Aquí lo tenéis...
La tigresa Kira
Érase que se era una tigresa llamada Kira, que vivía en una pequeña reserva natural en la costa africana. Kira era una tigresa especial, porque era la única en el mundo que no tenía rayas en su piel.
Al principio, a Kira no le importó mucho ser diferente a los demás tigres, pero a medida que iba creciendo y veía como todos los miembros de su especie lucían orgullosos unas bonitas rayas en su piel, Kira se fue sintiendo más triste.
Un día su amiga la jirafa, fue a visitar a Kira.
-¿Qué te pasa Kira?, te veo muy triste.
-Ahhhh...(suspirando), como me gustaría tener rayas en mi piel como los demás tigres. Son tan bonitas -dijo Kira.
La jirafa se quedó un rato pensativa y por fin dijo:
-¿Cuándo las perdiste?.
-¿Perder que? -contestó Kira.
-¡Qué va a ser, las rayas! -dijo la jirafa. Kira se sorprendió mucho con la pregunta de su amiga.
-Yo nunca he tenido rayas... nací sin ellas -contestó Kira.
-¿Estás segura?.
-Pues... –dijo Kira intentando recordar.
-A lo mejor perdiste las rayas sin darte cuenta -dijo la jirafa.
-¿Tu crees? -preguntó Kira esperanzada.
-Es muy posible... ¿nunca las has buscado?.
-No -contestó Kira.
-Pues las buscaremos juntas -dijo la jirafa, y Kira, entusiasmada con la idea emprendió el camino junto a la jirafa en busca de sus rayas.
No habían andado mucho cuando se encontraron con una cebra.
-Disculpe señora cebra... ¿ha visto usted unas rayas por aquí? -preguntó la jirafa.
-¿Unas rayas?.
-Si, es que las he perdido -dijo Kira. La cebra sorprendida contestó:
-Pues no, no las he visto, lo siento.
-Gracias de todos modos, adiós -dijeron la jirafa y Kira despidiéndose amablemente de la cebra y siguiendo su camino.
Y siguieron preguntando y preguntando, pero nadie había visto las rayas de Kira.
Cuando anocheció, Kira y su amiga la jirafa regresaron a su casa muy cansadas de tanto andar.
-Mañana seguiremos buscando -dijo la jirafa.
-Es inútil... te agradezco tu ayuda pero nunca tendré unas rayas como las de los demás tigres -dijo Kira y se echó a llorar.
La jirafa se sentía tan triste por su amiga que convocó una reunión urgente para todos los animales. Poco a poco fueron llegando animales de todas partes muy intrigados por la reunión.
La jirafa les contó lo triste que estaba Kira por no haber encontrado sus rayas. Y como ella se sentía responsable de la tristeza de Kira, se le ocurrió una idea: reglarle un bonito vestido de rayas. Para ello todos los animales tenían que colaborar. La araña se ofreció para fabricar el hilo con el que coser el vestido, el erizo se arrancó una de sus púas para usarla como aguja, las ovejas ofrecieron su lana, los calamares de la costa la tinta con la que dibujar las rayas, y así todos pudieron colaborar para hacer el vestido de Kira.
Al día siguiente Kira se encontraba muy triste y decidió quedarse en casa todo el día.
De repente alguien llamó a su puerta, y cuando Kira fue a abrir se quedó sorprendida al ver a todos los animales que estaban en su puerta.
-Como sabemos que estabas triste... te hemos traído un regalo -dijo la jirafa entregándole el vestido.
Kira, sorprendida por el bonito regalo dijo:
-¿Es para mí?.
-Así es -dijo la jirafa -. Pruébatelo a ver como te queda.
-Es precioso -dijo admirándose. En ese momento se dio cuenta de que todos los animales tenían cara de no haber dormido en toda la noche.
-Sabíamos que te gustaría -dijeron todos contentos de que Kira volviera a sonreír.
Entonces fue cuando Kira comprendió lo mucho que se habían esforzado sus amigos para hacerle aquel regalo, y se dio cuenta que lo verdaderamente importante no era tener o no tener rayas, lo importante era que tenía los mejores amigos del mundo.
1 comentario:
Hermoso cuento, y buena redacción si señor, está propio para que cualquier niño o adulto-niño lo disfrute .
Me encanta la moraleja k dejas: una de las cosas mas bellas que te puedan ocurrir en la vida es poder decir que tienes Amigos.
Gracias por recordarnoslo en el cuento, que a veces conviene refrescar qué es la Amistad en mayúsculas.
Bsos x n
Cuídate
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