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miércoles, 14 de septiembre de 2011
martes, 6 de septiembre de 2011
24/09/07
"Las puertas de la iglesia se abrieron de par en par...la luz de la
tarde se colaba entre las vidrieras dando un gama arcoiris a los
reclinatorios donde la gente se sentaba a orar...como si la vida fuera
una pelicula esperaba un coro celestial marcando el ritmo de mi sangre
al derramarse en el suelo...un parroco q desde lejos me avistara y me
dijera justo lo que queria oir antes de morir...pero en aquella tarde de
jueves...no habia nada, nadie en el interior de la iglesia...no se
escuchaba nada...al instante pense que era mejor, recordando mi gusto
por la soledad, siempre habia sabido que si muriese la unica huella
duradera q dejaria en el mundo eran un monton de huesos donde
yaciese...con el arrastrar de mis pies llegue hasta casi el final del
pasillo, a unos metros del altar donde se oficiaban las misas, antes de
que el dolor me hiciera casi desplomarme de rodillas y me obligo a
sentarme en dicho pasillo apoyado contra el inicio de un
reclinatorio...y mientras, me lleve la mano al estomago y la sangre la
cubrio por completo, como la luna eclipsa al sol unas cuantas veces en
un siglo...
Mientras la sangre nacida como un rio en mi cabeza, desembocada en mi barbilla...introduje una mano en mi gabardina y saque un cigarrillo...mientras lo encendia y tomaba la primera calada mi cabeza se deje caer hacia atras y contemple las imagenes esculpidas de los santos en las alturas...ladee como pude mi cabeza para mirar hacia el altar un cristo imponente en una cruz...aun de marmol....sus heridas parecian mucho peores que las mias...
-"¿ninguno de los 2 tiene su mejor dia eh compadre?"- se me escapo una sonrisa desbordnate de ironia
-"descansare unos instantes en tu casa...si no te importa"-
Entonces me vino una idea a la cabeza, joder, q ciertas eran aquellas palabras...estaba tan cansado...y derrepente las imagenes de mi vida empezaron a volar en mi cabeza...
"debi haberme escapado a escondidas de casa en mi primer castigo, haberme esforzado mas en los ultimos añs de colegio, y haber besado a May aquella tarde en el parque cuando se fueron todos y empezaba a anochecer mientras nos qeudamos a solas,y en lugar de acompañarla timidamente a casa, debi haberla cogido de la mano y correr con una sonrisa en la cara y llevarla a cualquier otra parte, no importa cual....a cualquier otra parte.....hay tantas....cosas q deberia haber hecho de otra manera...y he truncado la vida de muchas personas...esos crimenes pesan demasiado...es un peso imposible de eliminar....si no hay que matar a nadie, uno debe pensar que hay que perdonar a mucha gente..."-
Una nueva sonrisa volvio a escurrirseme entre los labios...
-"porque no lo he comprendido antes...que bien me siento...."-
mi vista perdida entre tanto recuerdo volvio a dirigirse hacia el cristo que coronaba el altar
-"si tuviera q volver a nacer...preferiria un lugar un poco mas habitable...un lugar donde se sucedan los dias tranquilos...un lugar donde no se robe...ni se mate....un paraiso....y alli yo.....contigo....con ellos....ungh"-
unas pequeñas gotas de sangre comenzaron a salir del interior de mi boca usando mis labios como cascada
-"¿es demasiado pedirte que me perdones?"- entonces comprendi que asi es como tenia que ser...esas revelaciones solo se alcanzan cuando uno se encuentra cerca de la muerte y aclara sus prioridades y su vision es casi la de un angel...la unica manera de ver asi es justo antes de morir, y despues de eso no habra un mañana en el q lamentarse, en el que llorar o sufrir...
Mi ultima sonrisa dejo caer definitivamente el cigarrillo que comenzo a consumirse poco a poco, hasta que el solo, se apago...."
Me apetecía rescatar esta historia que escribió mi hemano menor hace 4 años. Nunca dejará de emocionarme en el mismo justo punto. Me encanta, por muchos años que pasen...
Mientras la sangre nacida como un rio en mi cabeza, desembocada en mi barbilla...introduje una mano en mi gabardina y saque un cigarrillo...mientras lo encendia y tomaba la primera calada mi cabeza se deje caer hacia atras y contemple las imagenes esculpidas de los santos en las alturas...ladee como pude mi cabeza para mirar hacia el altar un cristo imponente en una cruz...aun de marmol....sus heridas parecian mucho peores que las mias...
-"¿ninguno de los 2 tiene su mejor dia eh compadre?"- se me escapo una sonrisa desbordnate de ironia
-"descansare unos instantes en tu casa...si no te importa"-
Entonces me vino una idea a la cabeza, joder, q ciertas eran aquellas palabras...estaba tan cansado...y derrepente las imagenes de mi vida empezaron a volar en mi cabeza...
"debi haberme escapado a escondidas de casa en mi primer castigo, haberme esforzado mas en los ultimos añs de colegio, y haber besado a May aquella tarde en el parque cuando se fueron todos y empezaba a anochecer mientras nos qeudamos a solas,y en lugar de acompañarla timidamente a casa, debi haberla cogido de la mano y correr con una sonrisa en la cara y llevarla a cualquier otra parte, no importa cual....a cualquier otra parte.....hay tantas....cosas q deberia haber hecho de otra manera...y he truncado la vida de muchas personas...esos crimenes pesan demasiado...es un peso imposible de eliminar....si no hay que matar a nadie, uno debe pensar que hay que perdonar a mucha gente..."-
Una nueva sonrisa volvio a escurrirseme entre los labios...
-"porque no lo he comprendido antes...que bien me siento...."-
mi vista perdida entre tanto recuerdo volvio a dirigirse hacia el cristo que coronaba el altar
-"si tuviera q volver a nacer...preferiria un lugar un poco mas habitable...un lugar donde se sucedan los dias tranquilos...un lugar donde no se robe...ni se mate....un paraiso....y alli yo.....contigo....con ellos....ungh"-
unas pequeñas gotas de sangre comenzaron a salir del interior de mi boca usando mis labios como cascada
-"¿es demasiado pedirte que me perdones?"- entonces comprendi que asi es como tenia que ser...esas revelaciones solo se alcanzan cuando uno se encuentra cerca de la muerte y aclara sus prioridades y su vision es casi la de un angel...la unica manera de ver asi es justo antes de morir, y despues de eso no habra un mañana en el q lamentarse, en el que llorar o sufrir...
Mi ultima sonrisa dejo caer definitivamente el cigarrillo que comenzo a consumirse poco a poco, hasta que el solo, se apago...."
Me apetecía rescatar esta historia que escribió mi hemano menor hace 4 años. Nunca dejará de emocionarme en el mismo justo punto. Me encanta, por muchos años que pasen...
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lunes, 24 de enero de 2011
La paz perfecta
Había una vez un rey que ofreció un gran premio a aquel artista que pudiera captar en una pintura la paz perfecta. Muchos artistas lo intentaron…
El rey observó y admiró todas las pinturas, pero solamente hubo dos que a él realmente le gustaron y tuvo que escoger entre ellas. La primera era un lago muy tranquilo. Este lago era un espejo perfecto donde se reflejaban unas plácidas montañas que lo rodeaban. Sobre éstas, se encontraba un cielo muy azul con tenues nubes blancas. Todos quienes miraron esta pintura pensaron que reflejaba la paz perfecta.
La segunda pintura también tenía montañas. Pero eran escabrosas y descubiertas. Sobre ellas había un cielo furioso, del cual, caía un impetuoso aguacero con rayos y truenos. Montaña abajo, parecía retumbar un espumoso torrente de agua. Todo esto no se revelaba para nada pacífico. Pero cuando el rey miró cuidadosamente, observó tras la cascada un delicado arbusto creciendo en una grieta de la roca. En este arbusto se encontraba un nido. Allí, en medio de del rugir de la violenta caída de agua, estaba sentado plácidamente un pajarito en el medio de su nido… la paz perfecta. ¿Cuál crees que fue la pintura ganadora? El rey escogió la segunda.
¿Sabes por qué?
“Porque, explicaba el rey, Paz no significa estar en un lugar sin ruidos, sin problemas, sin trabajo duro o sin dolor. Paz significa que a pesar de estar en medio de todas estas cosas, permanezcamos calmados dentro de nuestro corazón. Este es el verdadero significado de la paz.”
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jueves, 13 de septiembre de 2007
La tigresa Kira.
Hace algunos años que escribí mi primer cuento y hoy os lo dejo aquí. Conste que yo hubiera cambiado ahora un montón de cosas, pero no me parece justo y nunca me ha gustado profanar una obra, ni cambiar nada de como quedó en su momento, después de todo, ver los fallos me sirve para aprender.
La tigresa Kira
Érase que se era una tigresa llamada Kira, que vivía en una pequeña reserva natural en la costa africana. Kira era una tigresa especial, porque era la única en el mundo que no tenía rayas en su piel.
Al principio, a Kira no le importó mucho ser diferente a los demás tigres, pero a medida que iba creciendo y veía como todos los miembros de su especie lucían orgullosos unas bonitas rayas en su piel, Kira se fue sintiendo más triste.
Un día su amiga la jirafa, fue a visitar a Kira.
-¿Qué te pasa Kira?, te veo muy triste.
-Ahhhh...(suspirando), como me gustaría tener rayas en mi piel como los demás tigres. Son tan bonitas -dijo Kira.
La jirafa se quedó un rato pensativa y por fin dijo:
-¿Cuándo las perdiste?.
-¿Perder que? -contestó Kira.
-¡Qué va a ser, las rayas! -dijo la jirafa. Kira se sorprendió mucho con la pregunta de su amiga.
-Yo nunca he tenido rayas... nací sin ellas -contestó Kira.
-¿Estás segura?.
-Pues... –dijo Kira intentando recordar.
-A lo mejor perdiste las rayas sin darte cuenta -dijo la jirafa.
-¿Tu crees? -preguntó Kira esperanzada.
-Es muy posible... ¿nunca las has buscado?.
-No -contestó Kira.
-Pues las buscaremos juntas -dijo la jirafa, y Kira, entusiasmada con la idea emprendió el camino junto a la jirafa en busca de sus rayas.
No habían andado mucho cuando se encontraron con una cebra.
-Disculpe señora cebra... ¿ha visto usted unas rayas por aquí? -preguntó la jirafa.
-¿Unas rayas?.
-Si, es que las he perdido -dijo Kira. La cebra sorprendida contestó:
-Pues no, no las he visto, lo siento.
-Gracias de todos modos, adiós -dijeron la jirafa y Kira despidiéndose amablemente de la cebra y siguiendo su camino.
Y siguieron preguntando y preguntando, pero nadie había visto las rayas de Kira.
Cuando anocheció, Kira y su amiga la jirafa regresaron a su casa muy cansadas de tanto andar.
-Mañana seguiremos buscando -dijo la jirafa.
-Es inútil... te agradezco tu ayuda pero nunca tendré unas rayas como las de los demás tigres -dijo Kira y se echó a llorar.
La jirafa se sentía tan triste por su amiga que convocó una reunión urgente para todos los animales. Poco a poco fueron llegando animales de todas partes muy intrigados por la reunión.
La jirafa les contó lo triste que estaba Kira por no haber encontrado sus rayas. Y como ella se sentía responsable de la tristeza de Kira, se le ocurrió una idea: reglarle un bonito vestido de rayas. Para ello todos los animales tenían que colaborar. La araña se ofreció para fabricar el hilo con el que coser el vestido, el erizo se arrancó una de sus púas para usarla como aguja, las ovejas ofrecieron su lana, los calamares de la costa la tinta con la que dibujar las rayas, y así todos pudieron colaborar para hacer el vestido de Kira.
Al día siguiente Kira se encontraba muy triste y decidió quedarse en casa todo el día.
De repente alguien llamó a su puerta, y cuando Kira fue a abrir se quedó sorprendida al ver a todos los animales que estaban en su puerta.
-Como sabemos que estabas triste... te hemos traído un regalo -dijo la jirafa entregándole el vestido.
Kira, sorprendida por el bonito regalo dijo:
-¿Es para mí?.
-Así es -dijo la jirafa -. Pruébatelo a ver como te queda.
-Es precioso -dijo admirándose. En ese momento se dio cuenta de que todos los animales tenían cara de no haber dormido en toda la noche.
-Sabíamos que te gustaría -dijeron todos contentos de que Kira volviera a sonreír.
Entonces fue cuando Kira comprendió lo mucho que se habían esforzado sus amigos para hacerle aquel regalo, y se dio cuenta que lo verdaderamente importante no era tener o no tener rayas, lo importante era que tenía los mejores amigos del mundo.
Aquí lo tenéis...
La tigresa Kira
Érase que se era una tigresa llamada Kira, que vivía en una pequeña reserva natural en la costa africana. Kira era una tigresa especial, porque era la única en el mundo que no tenía rayas en su piel.
Al principio, a Kira no le importó mucho ser diferente a los demás tigres, pero a medida que iba creciendo y veía como todos los miembros de su especie lucían orgullosos unas bonitas rayas en su piel, Kira se fue sintiendo más triste.
Un día su amiga la jirafa, fue a visitar a Kira.
-¿Qué te pasa Kira?, te veo muy triste.
-Ahhhh...(suspirando), como me gustaría tener rayas en mi piel como los demás tigres. Son tan bonitas -dijo Kira.
La jirafa se quedó un rato pensativa y por fin dijo:
-¿Cuándo las perdiste?.
-¿Perder que? -contestó Kira.
-¡Qué va a ser, las rayas! -dijo la jirafa. Kira se sorprendió mucho con la pregunta de su amiga.
-Yo nunca he tenido rayas... nací sin ellas -contestó Kira.
-¿Estás segura?.
-Pues... –dijo Kira intentando recordar.
-A lo mejor perdiste las rayas sin darte cuenta -dijo la jirafa.
-¿Tu crees? -preguntó Kira esperanzada.
-Es muy posible... ¿nunca las has buscado?.
-No -contestó Kira.
-Pues las buscaremos juntas -dijo la jirafa, y Kira, entusiasmada con la idea emprendió el camino junto a la jirafa en busca de sus rayas.
No habían andado mucho cuando se encontraron con una cebra.
-Disculpe señora cebra... ¿ha visto usted unas rayas por aquí? -preguntó la jirafa.
-¿Unas rayas?.
-Si, es que las he perdido -dijo Kira. La cebra sorprendida contestó:
-Pues no, no las he visto, lo siento.
-Gracias de todos modos, adiós -dijeron la jirafa y Kira despidiéndose amablemente de la cebra y siguiendo su camino.
Y siguieron preguntando y preguntando, pero nadie había visto las rayas de Kira.
Cuando anocheció, Kira y su amiga la jirafa regresaron a su casa muy cansadas de tanto andar.
-Mañana seguiremos buscando -dijo la jirafa.
-Es inútil... te agradezco tu ayuda pero nunca tendré unas rayas como las de los demás tigres -dijo Kira y se echó a llorar.
La jirafa se sentía tan triste por su amiga que convocó una reunión urgente para todos los animales. Poco a poco fueron llegando animales de todas partes muy intrigados por la reunión.
La jirafa les contó lo triste que estaba Kira por no haber encontrado sus rayas. Y como ella se sentía responsable de la tristeza de Kira, se le ocurrió una idea: reglarle un bonito vestido de rayas. Para ello todos los animales tenían que colaborar. La araña se ofreció para fabricar el hilo con el que coser el vestido, el erizo se arrancó una de sus púas para usarla como aguja, las ovejas ofrecieron su lana, los calamares de la costa la tinta con la que dibujar las rayas, y así todos pudieron colaborar para hacer el vestido de Kira.
Al día siguiente Kira se encontraba muy triste y decidió quedarse en casa todo el día.
De repente alguien llamó a su puerta, y cuando Kira fue a abrir se quedó sorprendida al ver a todos los animales que estaban en su puerta.
-Como sabemos que estabas triste... te hemos traído un regalo -dijo la jirafa entregándole el vestido.
Kira, sorprendida por el bonito regalo dijo:
-¿Es para mí?.
-Así es -dijo la jirafa -. Pruébatelo a ver como te queda.
-Es precioso -dijo admirándose. En ese momento se dio cuenta de que todos los animales tenían cara de no haber dormido en toda la noche.
-Sabíamos que te gustaría -dijeron todos contentos de que Kira volviera a sonreír.
Entonces fue cuando Kira comprendió lo mucho que se habían esforzado sus amigos para hacerle aquel regalo, y se dio cuenta que lo verdaderamente importante no era tener o no tener rayas, lo importante era que tenía los mejores amigos del mundo.
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La despedida. Parte I.
-¿Me echarás de menos cuando no esté?
-¿Qué?
-Ya me has oído.
-¿Por qué me preguntas eso?
-Sólo quiero saber si me echarás de menos cuando me vaya.
-No digas eso por favor, no me gusta oírte hablar de esas cosas.
M calló y fijó la vista en el cúmulo de nubes grises que en ese momento comenzaban a oscurecer el cielo. Desde que cayera enferma, era la primera vez que salía al exterior y aunque parecía estar más sana ultimamente, sólo se trataba de un espejismo; pues en los últimos estadios, la enfermedad, daba un respiro al paciente concediendo una falsa sensación de recuperación al aparentar que su avance se detenía. Sin embargo, ésta retomaría después su pauta de crecimiento pero esta vez lo haría tan aceleradamente, que para cuando el enfermo quisiera darse cuenta de ello ya habría caído fulminado. M lo sabía al igual que E, ambas sabían que el final estaba cerca.
E tambien calló, pero ella fijó la vista en las vastas praderas que se extendían desde sus pies hasta perderse en el horizonte.
El viento comenzó a soplar fuertemente provocando un oleaje entre el verde pasto al mecerlo en todas direcciones. La bruna cabellera de E se arremolinaba entorno a su rostro y tuvo que apartar su cabello echándolo hacia atrás para seguir contemplando la verde marea.
El peculiar olor a tierra mojada se hizo mas intenso, y M inspiró profundamente para percibir ese aroma que tanto le gustaba, mientras cerraba los ojos para sentir la caricia del viento sobre su rostro.
-Quiero que vayas a mi entierro.
-Basta M, déjalo ya.
-Prométeme que irás.
E clavó sus ojos de un marrón intenso sobre los de M y enfurecida le contestó:
-¿Para qué quieres que vaya si no podrás verme?
-Porque quiero que al menos haya una persona que llore por mí cuando me entierren.
Las lágrimas comenzaban a agolparse en los lagrimales de E, quien haciendo un tremendo esfuerzo para que su labio inferior no temblara, dijo:
-¿Cómo puedes decir eso? eres cruel.
-No E, eso me consolará porque así sé que al menos alguien me va a echar de menos.
E ya no luchaba contra el temblor de su labio inferior y unos pequeños y salados riachuelos comenzaron a surcar sus mejillas a toda velocidad. Un molesto nudo comenzó a extenderse por la garganta de E, y tras tragar saliva con cierta dificultad, dijo con apenas un hilo de voz:
-...Te lo prometo.
-¿Qué?
-Ya me has oído.
-¿Por qué me preguntas eso?
-Sólo quiero saber si me echarás de menos cuando me vaya.
-No digas eso por favor, no me gusta oírte hablar de esas cosas.
M calló y fijó la vista en el cúmulo de nubes grises que en ese momento comenzaban a oscurecer el cielo. Desde que cayera enferma, era la primera vez que salía al exterior y aunque parecía estar más sana ultimamente, sólo se trataba de un espejismo; pues en los últimos estadios, la enfermedad, daba un respiro al paciente concediendo una falsa sensación de recuperación al aparentar que su avance se detenía. Sin embargo, ésta retomaría después su pauta de crecimiento pero esta vez lo haría tan aceleradamente, que para cuando el enfermo quisiera darse cuenta de ello ya habría caído fulminado. M lo sabía al igual que E, ambas sabían que el final estaba cerca.
E tambien calló, pero ella fijó la vista en las vastas praderas que se extendían desde sus pies hasta perderse en el horizonte.
El viento comenzó a soplar fuertemente provocando un oleaje entre el verde pasto al mecerlo en todas direcciones. La bruna cabellera de E se arremolinaba entorno a su rostro y tuvo que apartar su cabello echándolo hacia atrás para seguir contemplando la verde marea.
El peculiar olor a tierra mojada se hizo mas intenso, y M inspiró profundamente para percibir ese aroma que tanto le gustaba, mientras cerraba los ojos para sentir la caricia del viento sobre su rostro.
-Quiero que vayas a mi entierro.
-Basta M, déjalo ya.
-Prométeme que irás.
E clavó sus ojos de un marrón intenso sobre los de M y enfurecida le contestó:
-¿Para qué quieres que vaya si no podrás verme?
-Porque quiero que al menos haya una persona que llore por mí cuando me entierren.
Las lágrimas comenzaban a agolparse en los lagrimales de E, quien haciendo un tremendo esfuerzo para que su labio inferior no temblara, dijo:
-¿Cómo puedes decir eso? eres cruel.
-No E, eso me consolará porque así sé que al menos alguien me va a echar de menos.
E ya no luchaba contra el temblor de su labio inferior y unos pequeños y salados riachuelos comenzaron a surcar sus mejillas a toda velocidad. Un molesto nudo comenzó a extenderse por la garganta de E, y tras tragar saliva con cierta dificultad, dijo con apenas un hilo de voz:
-...Te lo prometo.
¿Cómo se retoma el hilo de toda una vida?, ¿cómo seguir adelante cuando en tu corazón empiezas a entender que no hay regreso posible, que hay cosas que el tiempo no puede enmendar, aquellas que hieren muy dentro, que dejan cicatríz?
"May it be" Enya
Letra
May it be an evening star, Shines down upon you
May it be when darkness falls, Your heart will be true
You walk a lonely road, Oh! How far you are from home
Mornie utúlie, Believe and you will find your way
Mornie alantie, A promise lives within you now
May it be the shadows call, Will fly away
May it be your journey on, To light the day
When the night is overcome, You may rise to find the sun
Mornie utúlie, Believe and you will find your way
Mornie alantie, A promise lives within you now (2).
----------------------------------------------------------
Podría ser la estrella de la tarde,Que brilla sobre ti
Podría ser cuando cae la oscuridad,Tu corazón será leal
Caminas en una ruta solitaria,¡oh! Qué lejos estás de tu hogar
Mornie utúlië (la oscuridad ha llegado),Ten fe y encontrarás el camino
Mornie alantië (la oscuridad ha caído),Una promesa vive ahora en ti
Podría ser el llamado de la oscuridad,que volará lejos
Podría ser tu viaje,que iluminará el día
Cuando llegue la noche,te elevarás para encontrar el sol
Mornie utúlië (la oscuridad ha llegado),Ten fe y encontrarás el camino
Mornie alantië (la oscuridad ha caído),Una promesa vive ahora en tí (2)
May it be when darkness falls, Your heart will be true
You walk a lonely road, Oh! How far you are from home
Mornie utúlie, Believe and you will find your way
Mornie alantie, A promise lives within you now
May it be the shadows call, Will fly away
May it be your journey on, To light the day
When the night is overcome, You may rise to find the sun
Mornie utúlie, Believe and you will find your way
Mornie alantie, A promise lives within you now (2).
----------------------------------------------------------
Podría ser la estrella de la tarde,Que brilla sobre ti
Podría ser cuando cae la oscuridad,Tu corazón será leal
Caminas en una ruta solitaria,¡oh! Qué lejos estás de tu hogar
Mornie utúlië (la oscuridad ha llegado),Ten fe y encontrarás el camino
Mornie alantië (la oscuridad ha caído),Una promesa vive ahora en ti
Podría ser el llamado de la oscuridad,que volará lejos
Podría ser tu viaje,que iluminará el día
Cuando llegue la noche,te elevarás para encontrar el sol
Mornie utúlië (la oscuridad ha llegado),Ten fe y encontrarás el camino
Mornie alantië (la oscuridad ha caído),Una promesa vive ahora en tí (2)
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Paranoias Maleniles
jueves, 26 de julio de 2007
La leyenda de la mujer cariñosa.
Ella siempre fue una mujer extremadamente sensible. Era muchísimo más sentimental que racional y no podía hacer nada para cambiarlo, había nacido así, estaba en su naturaleza y ella lo aceptaba orgullosa, pero no ocurría lo mismo con los demás.
Todas las ocasiones en las que había pretendido ser algo que no era por agradarlos, por encajar en un mundo en el que los sentimientos eran considerados un estorbo, había salido escarmentada y encima furiosa consigo misma por haberse engañado.
Después de salir escaldada en varias ocasiones, comprendió que con ella ocurría lo mismo que con las piezas de un conocido juguete infantil: No se puede meter un círculo de madera por el hueco de un triángulo, aunque sean del mismo color y tengan el mismo tamaño; un círculo siempre será un círculo. Y claro que se puede convertir un círculo en un triángulo, pero para eso hay que mutilarlo, deformarlo, borrar por completo sus contornos naturales para dibujar encima los contornos de un triángulo, y eso era algo que ella no estaba dispuesta a hacer.
Sin embargo, las veces en las que había actuado dejándose llevar por lo que le dictaba su corazón, no le habían ido mucho mejor; había salido muy malherida de todas ellas.
Normalmente tardaba un tiempo en lamerse las heridas mientras se escondía en su madriguera como un animal apaleado, un tiempo totalmente impredecible que variaba desde días hasta años; pero siempre había “algo” que ella no alcanzaba a identificar y que le borraba por completo cualquier rastro del recuerdo de esa experiencia dolorosa, para lanzarla de regreso al mundo tan indefensa como una neófita, o quizá peor, pues el corazón, como todo el mundo sabe, tiene un límite para resistir las heridas que le infringen y ella era totalmente amnésica en cuanto a las cicatrices que albergaba su órgano cardíaco.
El verdadero problema llegaba cuando se abría una nueva herida, en ese preciso momento, las cicatrices viejas que ya tenía volvían a abrirse al unísono, provocándola un dolor indescriptible y retardando el tiempo de su cicatrización al acumularse los tajos que debían cerrar. Y cada vez le costaba más tiempo recuperarse porque las heridas se hacían más profundas a fuerza de abrirse y cerrarse continuamente; hasta que un día, ese mismo “algo” desconocido que le borraba la memoria, le arrebató la capacidad de amar de un zarpazo, y como si le hubiera succionado el alma, la dejó tan vacía como una nuez vana.
Se sentía incapaz de experimentar amor y por más que lo intentaba con todo su corazón, lo único que percibía con mayor intensidad, era un inmenso vacío que se extendía por todos los rincones de su cuerpo llenándola hasta rebosar de nada, de una nada glacial y gris que le pesaba muchas toneladas.
Lloró, lloró muchísimo, lloró hasta quedarse sin lágrimas y entonces lloró en silencio, en seco, lloro para dentro, y esa nada que se nutría de sus tristezas, se iba apoderando de ella poco a poco.
Pero como sucede en todos los cuentos, todavía quedaba un resquicio de esperanza, mínimo, insignificante, sí, pero al menos existía.
Lo descubrió cuando el último amante que dejó su sudor sobre ella y sobre las sábanas de su cama, le dio algo que la sacudió de arriba a abajo: una caricia. Una simple caricia provocó aquella pequeña chispa que fue suficiente para producirle una descarga eléctrica y devolverle por un efímero momento una sensación parecida a la que le habían robado, pues le habían extirpado la capacidad de sentir amor, pero no la de sentir cariño. Claro que no era lo mismo, pero era tan parecido, que a ella le bastaba con eso, y entonces se le ocurrió la idea que la salvaría de pudrirse lenta y dolorosamente…
Una mañana, tras de despedir a su amante de turno, se preparó un café bien cargado y amargo como el regusto que le había dejado el susodicho. Cogió el periodico y lo ojeó por encima hasta llegar a la sección de contactos. Pero después de encontrarse con un sinfín de penes descomunales y amantes experimentados en todas las posturas para provocarle un placer infinito a la mujer, cerró el periodico asqueada.
-Bah sólo es sexo –y le dio un sorbo a su taza de café–. ¡Yo no necesito un polvo, necesito otra cosa, joder!, no quiero tíos que me la metan por todos los agujeros que tengo, quiero un beso, una caricia, un abrazo y no quiero tener que embarcarme en una relacción amorosa para ello, porque yo no puedo ofrecer nada y no sería justo para el otro. Lo único que quiero es saltarme los pasos de chico conoce chica, hablan, se gustan y entonces llega el intercambio corporal, quiero saltar todo eso e ir directamente al intercambio corporal… debería de haber una sección para los que queremos este tipo de intercambios, igual que para los que buscan follar –y la bombillita se le encendió.
Al día siguiente su anuncio estaba publicado en la sección de contactos, entre los de “universitaria cachonda” y “madura casada”:
“Chica joven se ofrece para intercambio de cariño…”
A pesar de que tuvo que soportar llamadas de todo tipo interrogándole sobre los servicios sexuales que ofrecía, se sentía aliviada cuando le colgaban el teléfono al explicarles que no ofrecía un intercambio sexual, sino un intercambio de cariño.
Justo cuando ya estaba a punto de tirar la toalla y de pensar que quizá se había equivocado con las personas, que estaban tan podridas de lujuria que no encontraría a nadie que le ofreciera lo que buscaba, recibió una llamada. Se trataba de un chico joven, más joven que ella y extremadamente tímido.
Después de una conversación de 10 minutos quedaron para verse esa misma tarde. Nerviosa, ella acudió a la cita puntual, él se retrasó un poco ofreciendo una excusa cualquiera que ella sabía que era mentira. Lo que no sabía era que el joven la había estado observando largo rato, desde un sitio estratégico protegiéndose de su propio miedo a encontrar a alguien que fuera capaz de darle algo que necesitaba tan desesperadamente. Cuando vio que ella no tenía pinta de ramera y que tal vez sí podía ser posible que existiera alguien así, se decidió a hacer acto de aparición.
El primer contacto fueron dos besos en la mejilla, después se sentaron en un banco y mientras hablaban de cualquier cosa no podían dejar de tocarse: una caricia en la mano, en la mejilla, se cogían de la mano, ella apoyaba su cabeza en el hombro de él y él la rodeaba con sus brazos. Los dos estaban tan ansiosos de cariño que les pareció casi lujurioso aquel contacto inocente frente a las miradas ajenas, por lo que decidieron ir a un lugar donde pudieran estar sólos y ella le invitó a su casa.
Así fue como acabaron pasando la noche juntos, entrelazados, vestidos y con la misma sensación de clímax que se tiene tras un orgasmo.
Volvieron a verse en varias ocasiones más y acabaron convirtiéndose en amigos del cariño. Nada les unía fuera de su intercambio, y ninguno de los dos quería profundizar en cualquier otro tipo de relación, simplemente se veían, se embriagaban de piel, de roces y de abrazos y se despedían hasta la próxima.
Poco a poco, ella fue recibiendo más llamadas de personas que estaban interesados en el intercambio que ofrecía y se dio cuenta de que la gente en realidad estaba mucho más necesitada de cariño, que de sexo o de amor. Y no hizo ninguna diferencia entre hombres o mujeres pues todos podían ofrecerle lo que ella necesitaba y no podía permitirse el lujo de excluir a nadie.
En un principio ella devoraba esas muestras de afecto con tal ímpetu, las bebía con tal avidez, que llegó a convertirse en una vampira del cariño y se enganchó a él como si de una droga se tratara. Necesitaba su dosis diaria, pasaba su mono y su síndrome de abstinencia y volvía a consumir hasta saciarse, hasta que no podía más y después tenía que vomitar para vaciarse un poco, porque sentía que iba a estallar de un momento a otro.
Con el tiempo aprendió a dosificarse, a paladear el cariño, a disfrutar de cada caricia, de cada muestra de afecto, como un enólogo disfruta de una buena copa de vino. Aprendió a beber a sorbos pequeñitos para que el regusto le durara más tiempo y poder echar mano del recuerdo cuando no podía verse con ninguno de sus amigos del cariño.
Llegó a pensar que su vida estaba plena y que por fin había encontrado el hueco donde encajaba ese círculo. Tan rebosante se sentía, que fue ella la artífice de la plaga infecciosa de cariño que se extendió por la ciudad, pero los demás, ignorantes, lo achacaron al efecto de la primavera o del calor. Por todos los rincones se sucedían intercambios afectivos, roces furtivos, miradas encontradas, sonrisas con vida propia, y todo ello tenía un origen común, emanaba de la misma persona y se extendía sin control como se extiende un manto de espesa niebla.
Hoy en día sigue dando y recibiendo afecto puro, sin diluir ni rebajar y la gente sigue acudiendo a ella, e incluso acude gente recomendada por otra gente. Ya no es ella la que busca desesperadamente un intercambio de cariño, sino otros muchos que acuden enfermos, moribundos y que se van completamente curados porque saben que el cariño que das siempre llega de vuelta a ti multiplicado.
Male©.


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Cuaderno de bitácora,
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