martes, 30 de septiembre de 2014

Ya es otoño... ¿por fin?

Me encanta el otoño, es mi estación del año favorita, y aunque este año especialmente (no sé por qué) he deseado que llegara lo más pronto posible, no sé si su llegada ha sido de lo más acertada. Para empezar diré que la cosa ha comenzado mal, así sin rodeos. Una familiar cercana ha sufrido un aborto inesperado estando de 3 meses de gestación. Pobre, lo ha pasado muy mal y a mi también me ha afectado en cierta forma. Estábamos todos muy ilusionados con ese embarazo, pero no ha podido ser. Afortunadamente, aunque no sin malos ratos, ella está ahora totalmente recuperada y eso es lo más importante.
En segundo lugar, he vuelto a coger una gripe a principios de estación que me ha dejado bastante debilitada y tocada anímicamente. Y es que también me he sumido en un estado de tristeza del que todavía no he conseguido salir del todo. Las preocupaciones y las dificultades económicas y laborales han acabado afectando a mi ánimo que se encuentra ahora en horas muy bajas. Estoy luchando por que la ansiedad no se una también a la fiesta y por el momento, por suerte para mi, estoy consiguiendo mantenerla a raya.
Para obligarme a mantener la mente ocupada, he comenzado una limpieza de otoño general de toda la casa. Llevo una semana y estoy agotada físicamente, pero al menos tengo la mente ocupada la mayor parte del tiempo. Quizá esté exigiendo demasiado a mi cuerpo tras pasar una gripe y haber retomado mi hora de bici diaria. Creo que lo estoy sobrecargando y tengo que tranquilizarme un poco antes de que líe alguna parda, pero antes de verme ansiosa porque tengo demasiado tiempo libre para pensar y darle vueltas a cosas que no me hacen bien, tengo que intentarlo todo. Tal vez estoy yendo de un extremo a otro, pero el malestar general tanto físico como mental que tengo, no me están dejando encontrar mi zen y yo estoy desesperada por volver a encontrarlo, y ya sabemos que la desesperación no es buena para nada.
Trato de no añadir más leña al fuego pensando en que todavía me quedan 3 meses para volver a ver a A, porque le necesito mucho y le echo mucho de menos, pero a veces no consigo evitar que las lágrimas caigan por mis mejillas. Y no estoy en un momento de fortaleza precisamente, lo que lo hace todo más complicado. Esto es otro bucle infinito, y como no quiero que se convierta en permanente estoy poniendo todos mis esfuerzos para salir de esta situación gris y lluviosa. Los días tampoco me ayudan mucho, las primeras lluvias y el tiempo frío y gris siempre me ponen triste, y eso también me afecta en cierta forma. Creo que se me ha juntado todo, como se suele decir.

Tengo ganas de escribir y bloggear pero como mi conexión de internet no ha estado muy fina últimamente, no he podido hacer nada. Espero que se arregle pronto y poder continuar haciendo cosas que me gustan y que me ayudan a regresar a la "normalidad", a ver si así logro recuperar mi zen porque lo necesito de veras.


miércoles, 17 de septiembre de 2014

Noticias buenas y malas a la vez, noche casi en vela, princesas que siempre lo fueron y gusanos que nunca dejaron de serlo

Ayer fue un día bastante intenso. Después de cuadrar nuestras agendas, quedé con K a quién hacía más de un mes que no veía. Me encantan los ratos que paso con ella, son únicos y me revitalizan por completo. El caso es que quedamos prontito, después de que saliera de trabajar, para tomarnos unas cervezas y ponernos al día. Algo supuestamente tranquilo porque ella madruga mucho para ir a trabajar y yo tenía que volver pronto a casa por ser esclava del transporte público. Ella ya me había dicho que tenía que contarme muchas cosas, especialmente tenía una noticia que era buena y mala a la vez. No pude imaginar qué era por muchas vueltas que le di y muchas teorías descabelladas que me puse a elucubrar. Por respeto a ella, no voy a dar muchos detalles del tema, pero basta con decir que cuando me lo contó, respiré aliviada y por fin descansé. Y si, tenía mucha razón, era una noticia mala pero buena a la vez, aunque lo crucial es que la parte buena, a la larga, tiene mayor beneficio y eso es mucho más importante.
Nos pusimos al día hablando durante horas, bebimos y brindamos en muchas ocasiones, perdí la cuenta de las cervezas que tomamos y como algunas veces ha pasado, terminé acompañándola a su casa porque según ella estaba borrachísima. Y al final, me tuve que quedar a dormir en su casa porque ya era demasiado tarde para volver a la mía. Como siempre, no puedo pegar ojo, porque entre que extraño mi cama (desde siempre me ha resultado muy difícil dormir bien en una cama que no es la mía, no se por qué...) y que Chórnaya ("negra", en ruso) la gata de K, se pasa toda la noche dando vueltas de acá para allá, saltando a la cama cuando has conseguido pillar el sueñecito y ponerse encima de ti para quedarse dormida; no ha habido manera de descansar. Toda zombi, me he levantado de madrugada con ella, y de camino al trabajo me ha dejado en el metro para que pudiera volver a casa. No creo que ella haya pasado un buen día tampoco, tenía algo de resaca y apuesto a que se le ha hecho eterno hasta que ha podido salir del trabajo. "No vuelvo a quedar contigo, eres una mala influencia" me dice siempre que acabamos con resaca y siempre le respondo "lo sé", pero ambas sabemos que será muy posible que la próxima vez nos pase lo mismo.

El mes que viene cumplimos 9 años de conocernos, y como es costumbre, celebraremos nuestro "aniversario" haciendo algo especial. Todavía no tengo ni idea de cual será el plan, pero no me preocupa porque tengo un mes para pensar en algo. Lo más importante ahora es que ella esté bien y estoy tan convencida de que esto es lo mejor para ella, que siento como si se hubiera quitado una tonelada de peso de encima. Alivio y tranquilidad, eso es justamente lo que siento.