lunes, 23 de junio de 2008

Concierto de Diana Navarro

Tercer día de conciertos y estoy agotada. Este ha sido el más demoledor, en todos los sentidos, pero sigo viva... o eso, o es mi zombi el que escribe xD.



Esta noche actúa Diana Navarro en el recinto centro, detrás del ayuntamiento. Yo vivo en las afueras del pueblo, así que la caminata hasta allí es de órdago. Por ese motivo decido cogerme el autobús, aunque ignoro la frecuencia del servicio en las fiestas del pueblo.

Como soy bastante previsora, salgo de casa con la suficiente antelación, ya que tenía el temor de perderme buscando el recinto porque no sabía exactamente dónde estaba ubicado. Total que me siento bajo la marquesina a esperar el bus, y a eso las 22:30 pasa por mi barrio. Lo cojo aliviada porque voy bien de tiempo y ya me veía teniendo que hacer el recorrido a pie, y a paso ligero, hasta el centro.
El bus va prácticamente vacío y no hace muchas paradas para recoger y dejar viajeros, así que llego al centro del pueblo sin retrasos. Una vez allí, me doy un pequeño paseíto con tranquilidad en busca del lugar donde se va a celebrar el concierto. No tiene mucha pérdida, la música de la orquesta que en ese momento está actuando, me guía hasta el sitio en cuestión.
Al llegar, me llevo una gran impresión: “Si hay cuatro gatos colega”, me digo un poco decepcionada al ver que aquello está prácticamente vacío. El recinto en cuestión es un aparcamiento en superficie, donde han colocado dos escenarios: uno pequeñito para la orquesta que toca antes y después del concierto de Diana, y otro más grande para ella.
Hay bastante iluminación y, a un lado, un chiringuito de bebidas con mesas (ocupadas todas, vaya una a saber desde qué hora), pero el aspecto es un tanto cutre. Eso me dio cierta pena; igual es el amor de fan lo que me ciega, no digo que no, pero pienso que Diana se merecía algo más adecuado a su categoría.
En fin, que una se conforma con cualquier cosa, el caso es ver a Diana sea como sea.

Son las 23:00, aún me queda una hora, más el tiempo de cortesía hasta que empiecen a sonar los primeros acordes, que suele ser una media hora más. En total me queda todavía una hora y media pero no me preocupa; esperar es casi lo único que se hacer bien.
Durante esa hora y media me dio tiempo a sentarme un poquito en unas jardineras (incómodo, sí, pero es mejor que el suelo), y a acercarme al chiringuito de bebida que había apostado en la zona. Al ver el precio de las bebidas, se me quitaron de golpe las ganas de beber algo frío, así que me apañé con mi botella de agua templada.
Mientras espero, escucho a la orquesta y hasta me animo a bailar, sentada eso sí, algunas canciones.

A medida que pasa el tiempo, la gente comienza a llegar, sobre todo hombres que vienen comentando que España ha pasado a semifinales en la tanda de penaltis. Ahora me explico por qué no había apenas hombres en el recinto…

A eso de las doce menos veinte, veo que si no me levanto de la jardinera, me quedo sin sitio cerca del escenario y eso es una putada teniendo en cuenta que llegué una hora antes al lugar, así que me acerco al escenario y me acoplo en el centro, en segunda fila.

A las 24:00 aquello estaba a rebosar de gente, la mayoría personas de la tercera edad, unos pocos jóvenes y algún que otro infante.
Pasadas las 24:15 la gente se impacienta, a pesar que que habían puesto buena música de fondo como Eric Clapton cantando la versión blues de Layla, y comienza a pedir la presencia de Diana, lo que me causa una risa que me cuesta disimular al comprobar que las personas de avanzada edad, son mucho más impacientes y folloneras que los jóvenes (y ya había estado en varios conciertos para fundamentar mi teoría).

A las 24:30 y ante la insistencia de la gente, los músicos comienzan a ocupar sus puestos y las luces se apagan. Momentos después, Diana Navarro hace su aparición en el escenario: preciosa de rosa y azul, guapísima, con una sonrisa resplandeciente y rebosante de arte y elegancia por todos sus poros. Yo la había visto en vídeos y entrevistas, pero de cerca impresiona; es mucho más guapa al natural, con diferencia.

Diana agradeciendo los aplausos de bienvenida.



Si verla tan de cerca ya me había impresionado, cuando comenzó a cantar ya fue la repera. ¡Madre mía que garganta tiene esta mujer, es un prodigio! Menos mal que no soy la única que se da cuenta, porque en todo el concierto no pararon de gritarle cosas como ¡Guapa! ¡Olé!, ¡Eres la perla de Andalucía! ¡Viva Málaga! Y ¡Viva la madre que te parió!


Diana guapísima.




Tras la primera canción, Diana se dirige a nosotros: “-Buenas noches torrejoneros y torrejoneras es un placer estar aquí esta noche [… ] ¡que hemos ganao!” dice refiriéndose al partido de fútbol contra Italia, y exclamo para mis adentros “Qué salá”. Seguidamente nos deleita con otra canción, en la que nos anima con palmas y nosotros, que no hacía falta animarnos mucho, le acompañamos entusiasmados.



Juro que me pasé todo el concierto haciendo pucheros y haciendo un esfuerzo sobrehumano para no dejarme llevar por el torrente de emociones que me provoca Diana y ponerme a llorar como una descosida.


Después llegó el momento de una canción enorme Mira lo que te has perdido y temblorosa, lucho por estabilizar la cámara y darle al rec.







Con la carne de gallina, temblando y los ojos humedecidos, consigo grabar este momento que guardaré en mi memoria en el mejor de los rincones.

Canción tras canción, Diana se crece y la magia se apodera de todo el mundo, incluida ella misma, quien recibe la energía positiva que flota en el ambiente y así nos lo hace saber. Se está convirtiendo en un concierto mágico, emocionante, irrepetible, la hostia hablando en plata.

Llega el momento de despedirse y Diana nos da las gracias a todos asegurándonos que nunca olvidará esta noche, y yo te aseguro Diana que tampoco la olvidaré. Y tampoco la totalidad del publico que estaba allí, pues no dejaron de pedir ¡Otra, otra! entre palmas y vítores.

Diana no nos hizo esperar mucho y enseguida atacó con un bis espectacular en el que dedicó un momento a los agradecimientos y se vivió otro gran momento con una fenomenal improvisación de los músicos mientras ella bailaba.






El broche de oro lo pusieron Sola, canción con la que se dio a conocer, y Mare mía. Después se despidió emocionada de todos nosotros ante el aluvión de ovaciones y se desvaneció entre bambalinas como un sueño maravilloso, mientras los músicos tocaban los últimos acordes.

La gente no tuvo prisa en marcharse, de tal forma, que para cuando los músicos terminaron de tocar, todavía quedábamos muchos para despedirles también a ellos con aplausos.


Sin dudarlo un segundo, me coloqué tras las vallas de seguridad para verla abandonar el recinto (le estoy cogiendo el gusto a esto jajaj :P), puesto que desconocía si Diana se acercaría a firmar autógrafos o se marcharía enseguida.

Un rato de espera después alguién preguntó si podían ver a Diana para que les firmara un autografo, y un miembro del equipo de seguridad nos dijo que no sabía si iba a salir, así que le entregaron un CD y le pidieron por favor que se lo acercara a Diana para que se lo firmara. El muchacho fue muy amable y así lo hizo.
Cuando regresó me dije “esta es la mía” y saqué de mi bolso el programa de las fiestas donde aparecía la foto de Diana junto a la información del concierto, y se la entregué al muchacho junto con un boli, pidiéndole por favor, que si se lo podía dar a ella para que me firmara un autógrafo. Con el barullo de la orquesta de fondo que se puso a tocar después de que terminó el concierto, el muchacho no se enteró bien de mi nombre y en lugar de Malena, Diana me puso Manela en la dedicatoria. Un detalle que, con lo ilusionada que estaba, no me importó lo más mínimo. Vamos que estaba tan contenta, que casi le planto un beso al muchacho cuando me trajo de vuelta el programa.
Entonces alguién le preguntó si ella no tendría alguna foto firmada para regalársela y el muchacho anunció que iba a salir ella misma dentro de un momento. ¡Lo que me faltaba a mi!, vamos que no me movía de ahí ni a rastras hasta que la viera. A pesar del enorme cansancio que tenía acumulado y del dolor de pies y piernas, aguanté allí hasta el final y eso tuvo después su recompensa.

Tras largo rato, mucha de la gente que estaba esperando, se cansó y se marchó, pero yo hasta me decía a mi misma “si me tengo que quedar aquí hasta que amanezca, me quedo”.
Por fin la veo aparecer al fondo y los valientes que quedábamos aún al pie del cañón, la recibimos con aplausos. Venía con otra mujer (desconozco quién era, pero parecía alguien de su equipo personal), se había cambiado de ropa y traía entre las manos un taco de fotografías suyas, un rotulador negro y la mejor de sus sonrisas, dispuesta a repartir autógrafos entre los que estábamos allí.

¡Dios mío pero que mujer más guapa, mas simpática y mas buena gente! Aguantó estoicamente la avalancha de personas de la tercera edad que se colaban en la cola sin miramientos exclamando “dame una foto, guapa”. Algunos ni sabían de dónde era porque se lo preguntaron, cosa que me resultó bastante curiosa.
Mientras firmaba autógrafos, aproveché para hacerle unas fotos con el móvil, porque no quería arriesgarme a sacarlas con la cámara y que salieran desenfocadas. Y desenfocadas no salieron, en vez de eso salieron algo oscuras porque tenía miedo de que el flash las oscureciera aún más habiendo tanta gente por medio donde la luz pudiera reflejarse.

Cuando Diana se acercó a mí, la saludé entusiasmada con un "hola" al que ella respondió con otro "hola" acompañado de una resplandeciente sonrisa. Le dije mi nombre y mientras me autografiaba su foto, le dije: “Has estado genial” y me respondió "muchísimas gracias" mirándome a los ojos, con otra resplandeciente sonrisa (Confieso que aquí también tuve que luchar contra la emoción para no ponerme a lagrimear).

Al entregarme la fotografía, le di las gracias emocionada y me retiré un poco a un lado para dejar paso al resto de gente que clamaba por un autógrafo. Pero no podía irme, quería seguir allí en compañía de esa increíble mujer aunque fuera de lejos; a mi me bastaba con verla. Así que me quedé allí todo el tiempo, hasta que firmó el último autógrafo y se hizo la última foto. Estuvo súper atenta, cariñosa y sonriente durante los 10 minutos que la tuvimos allí “retenida”.

Tras hacerse la última foto con una fan, se dispuso a marcharse y yo la despedí de lejos con la mano y con una sonrisa (éramos las dos únicas personas que quedábamos allí), gesto al que correspondió sonriente, despidiéndose también con la mano. De repente se para, se da la vuelta y se dirige a mí para decirme:
“¿Quieres una foto?” y lo cierto es que sí me hacía ilusion, pero sin nadie que me la hiciera no podría obtenerla, y asi se lo dije: “-Es que si no me la saca nadie va a ser un poco difícil manejar el móvil yo sola”. Ella me respondió “Claro, hombre, ahora mismo te la sacan” y le hizo un gesto a la mujer que estuvo acompañándola todo el rato para que se acercara.

No quería robarle más tiempo a Diana, así que no pasé la valla y desde detrás mismo le entregué el móvil a la mujer explicándole como funcionaba la cámara.
Diana me dijo: “-Como te he visto ahí todo el rato, pensé que querrías una foto… ¿a ti te he dado un autógrafo ya, no?” mientras cariñosamente me cogía por la cintura preparándose para la foto. Yo asentí y, con cierta vergüenza, le agarré a ella también de la cintura.

Con el barullo que había de fondo, la mujer que tenía mi móvil no debió entenderme bien y mantenía apretado el botón de disparo sin que sucediera nada. “Ya lo tengo apretado” me dijo viendo que no salía la foto y justo cuando le estaba explicando que debía soltar el botón, nos hizo la foto. Yo salí horrible, cual azafata de tren fantasma, con la boca abierta y los ojos rojos, (qué le vamos a hacer, una es así de horrible xD. De todos modos nunca me gusto en las fotografías, así que eso es más cosa mía creo yo).

Una vez hecha la foto, despedí a Diana con dos besos y un “gracias guapa” a lo que ella respondió con otro “gracias” y una sonrisa. También se lo agradecí a la mujer cuando me devolvió el móvil y las despedí con la mano y un adiós, al mismo tiempo que Diana me dedicaba otro adiós agitando también su mano sin perder la sonrisa. Luego nos echamos a andar, pero por el camino miré hacia atrás por última vez mientras veía cómo desaparecía a lo lejos.


Después me quedó una caminata de la hostia hasta mi casa. Tanta fue la cosa que llegué a casa al filo de las 3 y media y con los pies hinchados y doloridos.


En morado aparece el camino que recorrí hasta llegar a casa. Después de varias horas de pie y esa caminata acojonante, casi muero por el camino.





Ha sido una noche increíble: mágico concierto y mágica mujer. No tengo palabras. Si antes ya me gustaba Diana, ahora ya puede considerarme como una fan incondicional.
Es tremendo lo que desprende esta mujer, su sencillez, su amabilidad, su magia y su sonrisa, te atrapan sin darte cuenta. ¡¡¡Diana, yo te pongo un kiosco en la Gran Vía, o un piso o lo que quieras, guapaaaa!!!




Quedan dos conciertos y yo comienzo a resentirme seriamente… ¿aguantaré viva hasta el martes?

1 comentario:

Anónimo dijo...

Holaaa!!!!

Malena un placer!!! mira que me he reido con tu cronica.. tienes todo el arte del mundo, se lo he enviado a la propia Diana para que se ria también un rato, no se si eres andaluza pero arte tienes por los 4 costaos!!!

Me alegra mucho que ahora seas más fans aún de lo que lo eras antes, algo así me pasó a mi... y si me dejas pongo esta cronica y fotos en el foro de Diana para que los demás lo vean... es muy buena.

Un besazo y para lo que gustes por aquí me encuentras
www.diananavarro.mforos.com me llamo Paloma

Besazos