jueves, 19 de junio de 2008

Aprendiendo a orinar y defecar




Aviso: Este post puede herir la sensibilidad de algunas personas porque hoy me voy a poner un poco más escatológica que de costumbre, pero mucho más didáctica que nunca. Luego no digas que no lo advertí, seguir leyendo es sólo responsabilidad tuya...



Bien es sabido por todos, sobre todo por los que tienen a su cargo a alguna criatura, que el primer gran aprendizaje que realiza un niño sin ayuda externa, es el control de sus esfínteres. TODOS hemos pasado por esto, lo que sucede es que muchos no os acordaréis y las causas pueden ser principalmente dos:

  1. Que no os acordéis porque el cerebro humano tiene un complejo pero eficaz mecanismo de defensa, que le permite borrar aquella información que resulta traumática y/o desagradable para el sujeto en cuestión.
    Diréis que no, pero traumático resulta cuanto menos, o si no pensadlo bien y poneros en situación: eres un canijo al que le acaban de quitar los pañales y al que empeñan en sentar en un mini orinal con forma de patito azul (para niños) o rosa (para niñas) (... aunque había excepciones), y al que instan contínuamente para que empuje con todas sus fuerzas hasta que logre entregarle el regalito al pato.
    La presión por el hecho de tener a toda tu familia mirándote mientras empujas, es realmente para traumatizar a alguien, sobre todo a un niño que no entiende el por qué sus padres celebran, como si de una proeza se tratase, que depongas sobre un pato de plástico... aquí hay mucha miga para cualquier psicólogo, definitivamente.

  2. Que fueras el segundo hijo (o posterior) y que tus padres no te prestaran tanta atención porque tu hermano mayor ya se cargó la novedad del acontecimiento. Con lo cual, se toma como un acto sin la menor importancia y te dejan ahí sentado en el orinal, con la orden de que los avises cuando le hayas entregado el regalito al pato mientras ellos se van a hacer otras cosas.
    Debido precisamente a esa indiferencia ante el evento, la mente no clasifica ese recuerdo como imprescindible y se deshace de él.


Bien, una vez analizadas las causas por las que muchos no recuerdan el momento, pasemos a lo que interesa.
Es erróneo pensar que se trata de un acontecimiento sin importancia en la vida de una persona. Aprender a controlar los esfínteres es, de hecho, uno de los grandes aprendizajes que realiza todo ser humano en su existencia, porque dependiendo de si se realiza correctamente o no este aprendizaje, así nos facilitará o impedirá el desarrollo normal de nuestra vida.
No hay más que ver la terrible sensación de culpa de un niño que no ha podido controlar su esfínter durante la noche y amanece con el colchón empapado. O el mal rato que se pasa cuando uno tiene que sudar, literalmente, para controlar su esfínter en determinadas situaciones siendo ya adulto.

Es por todo ello por lo que este asunto no se debe tomar a chufla y se le debe dar la importancia que requiere. En eso los japoneses nos llevan años de ventaja. Observen el siguiente vídeo (absolutamente sin desperdicio alguno) que han creado en formato animado, para hacerlo comprensible a los niños que deben enfrentarse a este crucial aprendizaje. Denle al play...

El tigre ya ha aprendido a hacer sus cosas en el ídem y celebra su recién estrenada etapa de infante con unos calzones nuevos porque ¡ya no tendrá que usar más pañales!.





¿Qué, cómo te has quedado?, ¿impresionante, verdad?. Si es que estos japoneses son los reyes del frikismo, mira que hacer un vídeo didáctico para enseñar a defecar... ¿qué pasa que los padres no les explican bien cómo se hace y necesitan apoyo visual?. Desde luego los niños japoneses pueden estar contentos, son los mejores informados de todo el mundo.

Pero qué elegancia la de los japoneses a la hora de guardar escrupulosamente el respeto a la sensibilidad del espectador! Nada parece lo que en realidad es, todo es tan naïf que enternece. Esa cancioncita, esa recreación sonriente del pipí y del popó, ese niño despidiéndose de esa parte de él mismo que se va por el desagüe a la que no sabe si va a volver a ver... igualito que Marco cuando se despide de su mamá :'( ayss.
Tremendo... y tremendo el vídeo, obsérvese al final del mismo cuando el niño japonés subido en el artilugio amarillo (invento made in japón como no podía ser de otro modo), hace el signo de la victoria con los dedos y de fondo suena la misma musiquita que los japoneses le ponen a los videojuegos cuando has pasado al siguiente nivel o "te has pasado la pantalla". Impagable...

Por favor, si alguien puede traducir el vídeo, que deje un comentario. Se lo agradeceré eternamente.

1 comentario:

Amapola dijo...

He seguido tu consejo y no lo he leído..........pero si te dejo mis saludos