miércoles, 25 de junio de 2008

Concierto de Hombres G y fin de fiestas

Último día de conciertos. El cansancio acumulado deja huellas visibles en mí. No es precisamente fácil vivir cinco días seguidos de conciertos, durmiendo y comiendo regular. Si a esto añadimos la falta de costumbre, la cantidad de horas acumuladas que se pasa de pie, saltando, bailando y gritando, y unas condiciones físicas y de salud por debajo de lo óptimo; mi “hazaña” todavía tiene más posibilidades de ser catalogada como locura. Y tal vez lo sea un poco, pero qué le voy a hacer… estoy como un cencerro xD.

Agotada y todo, pienso echar el resto esta noche. Así fue como la viví:



Como es el último día de conciertos y ya tengo cierta experiencia, me lo tomo con más tranquilidad (aunque no descarto que el cansancio haya tenido mucho que ver en la parsimonia que me embarga hoy), y salgo de casa a eso de las 22:15. Por el camino hago una especial llamada de teléfono y eso me sirve para comenzar la noche con entusiasmo.

El recinto aún no está lleno y consigo colocarme cerquita del escenario como ya estoy acostumbrada :P. Esta vez me falla la estadística y muchos que, como yo, habían pensado que los conciertos siempre se retrasan, también se equivocan.
A las 22:30 el panel de vídeo que han colocado en el fondo del escenario comienza a funcionar con unas imágenes del grupo, lo que coge por sorpresa a más de uno que llega corriendo al recinto. En cuestión de instantes, el lugar se llena a rebosar, lo que no me sorprende tratándose del grupo que es, pero aun así la visión impresiona. Nunca he visto tanta gente en un concierto y eso que he visto varios durante esta semana.

A las 22:33, Hombres G salta al escenario. Hasta ahora es el único grupo que ha sido puntual y confieso que eso me sorprendió.
Desde el primer momento la gente respondió bailando con entusiasmo. El sonido es bestial, mucho más potente que en ningún otro concierto de los cuatro en los que he estado, y como estoy cerca del escenario, mi caja torácica vibra internamente con cada nota.

Al terminar la primera canción, David se dirige al público “¡¡Muchísimas gracias Torrejón, buenas noches!! Es un inmenso placer compartir esta fantástica noche de verano con todos vosotros y sólo esperamos que lo pasemos todos de puta madre. ¡¡Venga vámonos!!” y seguidamente enlazan con la segunda canción de la noche: El ataque de la chica cocodrilo.
Todos la cantamos con ellos y a su término, la agradecemos con entusiasmo entre aplausos, gritos y silbidos de aprobación.






David nos dice: “Muchas gracias. Es un placer estar aquí en casita… Esta canción que vamos a tocar ahora, la hicimos para transmitir buen rollo a la gente y para que nos levantáramos todas las mañanas y pensáramos que es un buen día para ser feliz. En una noche como esta, es facilísimo, porque es la noche más agradable de estos últimos días rodeado de amigos, y os voy a dedicar esta canción que es una pastillita y que se llama Me siento bien”.

El buen rollo que se vive en el concierto me llega a poner la carne de gallina en más de una ocasión. Es impresionante lo que allí se respira y se vive, emocionante e intenso, y eso que sólo llevamos pocas canciones…

Poco a poco ese espíritu se apodera de la gente que empieza a bailar y cantar con tal fuerza que el concierto se convierte en LA LOCURA con mayúsculas.
Uffffff se me eriza el vello cuando lo revivo y es que son tantas cosas las que se concentran allí esa noche… recuerdos de otra época, música que nos ha acompañado en momentos irrepetibles de nuestras vidas, la entrega absoluta y total de todos los miembros del grupo que disfrutan con cada acorde y nos hacen disfrutar a nosotros… IMPRESIONANTE.
Con tal ambiente, es imposible no dejarse llevar y yo claudico dejándome arrastrar. Me siento mucho más ligera, como si me hubiera quitado un enorme peso de encima, como si de un plumazo se hubieran diluido todas esas nubes grises que oscurecían mi cielo. Me siento resurgir, renacer, la fuerza y la vida vuelven a correr por mis venas calentando mi sangre y fluyendo por cada rincón de mi cuerpo. Grito, silbo, coreo, aplaudo y río como si nunca antes en mi vida lo hubiera hecho, o como si fuera la última vez en mi vida que fuera a hacerlo.

Después, la banda se crece ante el éxtasis total que nos están produciendo y nos sueltan un Voy a pasármelo bien que retrata a la perfección el momento que se está viviendo.
Tan metida estaba en ese torrente de sensaciones y emociones, que cuando llegaron al final de la primera parte del concierto, se me había hecho cortísimo.
Nadie quiso que aquello terminara, por lo que David volvió a salir al escenario ante el aclamo enfervorizado del público para atacar el comienzo del espectacular bis que nos dieron con una preciosa balada: Temblando; y temblando me dejó a mí.
Luego, se vivieron momentos impagables como este:






Finalmente cantaron Marta tiene un marcapasos y Sufre mamón, y dieron por rematado el concierto ante el aluvión de ovaciones de todos los que estábamos allí.


La, literal, avalancha de gente que se acerca a las vallas de seguridad para verlos, me hace desistir de intentar conseguir un autógrafo y como es medianoche pasada, decido regresar a mi casa para ver los fuegos artificiales que anuncian el fin de las fiestas de este año. Pero no me da tiempo a llegar, ni siquiera me da tiempo a abandonar las proximidades del recinto cuando los primeros cohetes surcan el cielo a toda velocidad y estallan sonoramente paralizando la fiesta y congelando a todo el mundo en el sitio mientras volvíamos la vista al cielo.
Allí, en el parque, disfruto del castillo de fuegos artificiales que es un auténtico gustazo pirotécnico; un espectáculo visual de formas y colores, de cohetes raros con forma de flor, estrella o corazón, de cohetes con forma de cometa espacial que subían, bajaban y volvían a subir.

Lo cierto es que el espectáculo nos encandiló a todos porque no dejaron de repetirse expresiones como ¡Ohhhhh! ¡Qué bonito! Durante el tiempo que duró. En ocasiones hasta arrancaron aplausos espontáneos, tras algún que otro sorprendente cohete.
La impresionante traca final ha sido el colofón perfecto: miles de cohetes tirados desde tres puntos distintos, iluminaron el cielo de Torrejón y lograron que, por un instante, pareciera de día.


Nunca he disfrutado tanto unos fuegos artificiales y cuando terminó el espectáculo pirotécnico, todos silbamos y aplaudimos, y la fiesta volvió a retomar su ritmo normal.
Por el camino compruebo que no sólo a mí me ha parecido impresionante a juzgar por los comentarios que escucho de la gente con la que me cruzo “En mi vida había visto cosa igual”.


Como las fiestas de este año han sido las mejores de toda mi vida, decido añadir el recuerdo a mi vida cotidiana para tenerlo siempre presente, de modo que en lugar de volver a casa, me dirijo a la zona donde están los puestos ambulantes a comprarme una pulsera para añadirla a mi muñeca derecha, hecho que ya es toda una tradición para mi: momento para no olvidar nunca=pulsera.


En esta ocasión son dos las pulseras que añado a mi colección y tras una amena charla con el encargado del puesto ambulante, ya puedo regresar a casa contenta. No obstante, dilaté todo lo que pude el camino de regreso porque sabía que aquello significaba el final, que todo lo que había vivido en los últimos días, acabaría en el mismo instante en que cruzara la puerta de casa.


Luego, una vez dentro de casa, cerré la puerta tras de mí y me dirigí al salón para desplomarme en el sofá, momento en el que dejé fluir lo que se me atoraba en el pecho y le di rienda suelta a mis lágrimas mientras daba gracias a Dios por haberme dado la oportunidad de permanecer con vida para vivir todo lo que había vivido en los últimos días.
Cuando me vacié de lágrimas, me sentí llena de muchas cosas y con las fuerzas suficientes para subir las escaleras hasta el segundo piso y sentarme frente al pc para narrar la crónica de la noche. Sin embargo, algo dentro de mí se resistía a hacerlo, por lo que únicamente coloqué el titulo del post y después me puse a pasar y editar las fotos y los videos del concierto.
No fue hasta las 6 de la mañana cuando, después de que el youtube finalmente subiera el video que quería subir, decidí que había llegado el momento de irse a la cama a pesar de que no quería que acabara esa noche. Estaba exhausta y necesitaba descansar, así que me metí en la cama y me dejé caer en los brazos de Morfeo quedándome dormida sin darme ni cuenta...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No imaginas lo que me alegra que lo hayas pasado asi de bien. Esos momentos vividos tan intensamente, son tan mágicos, que, al fin y al cabo , obnubilan toda vivencia negativa , y es en sí un sentido maravilloso por el que estar aqui.... Muchas gracias por tus cronicas , por regalarnos un poquito de esos momentos a los que no hemos podido estar, por tus fotos...... artistaaaaaa.....
gracias miles
cuidate,, besos

Malena dijo...

Anónimo, gracias a ti por tu comentario y por haberme leído.