No hay mal que por bien no venga.

A mí me tiene que pasar algo siempre para que mi vida no sea aburrida, es la conclusión a la que he llegado.

Resulta que ayer estaba yo durmiendo tranquila y plácidamente (que por fín lo he logrado), cuando me despierto para cambiar de postura (es que me muevo mucho en la cama... durmiendo... malpensados xD), y en ese momento me doy cuenta de que no tengo la cabeza sobre la almohada, sino que la almohada se encuentra bajo mis rodillas (todavía no me explico como carallo llegué a esa postura). El caso es que cuando fui a levantar la cabeza mi cuello crujió dolorosamente y ya no lo pude mover en todo el día.

Entonces me dije: "genial, ahora me he roto el cuello y me muero, verás..." (estaba sobada, es comprensible que pensara estas cosas xDD).

Intenté moverme pero el dolor que tenía era tal, que solté un alarido provocando que mi familia entera se congregase en mi cuarto bastante acojonados.

Total que con el dolor que sentía, la situación de querer moverme y no poder, y mi familia allí tan dormidos como yo, sin reaccionar y mirándome como pasmarotes; empezó a formarse una curiosa situación de lo más cómica.
El remate fue que alguien vio MI TAZA en mi mesilla de noche (la cual había utilizado para tomar un cola cao helado antes de dormir) y exclamó : "Joder Malena, ya hasta duermes con la taza. Lo tuyo es para estudio médico" (y es cierto, ultimamente me paseo con la taza en la mano como alma en pena, esté llena o vacía xD).
Después de esto no pude aguantar más y me empecé a reír a mandíbula batiente. Acto seguido mi familia se mosqueó al verme destripándome de la risa y abandonaron mi cuarto dejándome allí inmóvil. Yo, sin poder parar de reirme, les pedía que no se fueran que no podía moverme, pero ellos pasaron de mí y cerraron la puerta tras de sí al salir (todo un detalle xD).

No sé cuanto tiempo estuve partiéndome en dos de risa, pero cuando pasó el ataque volví a intentar pedir ayuda para incorporarme, porque la solución de: 1)Rodar, 2)Caer de la cama, y 3)Reptar hacia la puerta; no me convencía mucho.

Finalmente, entre friegas con Reflex® (cuyo olor todavía me tiene colocada) y masajitos para distender el músculo, pude ir recuperando la movilidad del cuello a lo largo del día.

De modo que a pesar de que se me chafó el plan del cine para ir a ver Ratatouille, me pasé un rato de risas como hacía tiempo que no lo tenía, y es que al final, como dice mi hermano... No hay mal que por bien no venga.