jueves, 12 de julio de 2007

Desdémona.

Este fue el nick que elegí cuando comencé a entrar en el Trivial de Terra. Muchos eran entonces los motivos que me inspiraron para elegir el nombre de este personaje de Shakespeare. Algunos se extinguieron, otros permanecen, pero después de tanto tiempo cambiarme el nick supone desprenderme de una parte de mí, puesto que llegué a identificarme con él. Me temo que siempre seré Desdémona, "Desde" para la mayoría, y sospecho que aunque me cambiara el nick (que a veces lo he hecho), ellos siempre han acabado reconociéndome como Desdémona. Tanto es así, que muchos de mis conocidos continúan llamándome Desde a pesar de saber mi nombre real.

De modo que Desdémona está tan ligada a mí, que no puedo desprenderme de ella y lo único que puedo hacer es desterrar al olvido las cosas malas que me recuerda y quedarme con las buenas. Y eso es precisamente lo que pienso hacer...






OTELO.- ¿Has rezado esta noche, Desdémona?
DESDÉMONA.- Sí.
OTELO.- Pues pide a Dios perdón, si te acuerdas de algún crimen, que Dios no te haya perdonado todavía.
DESDÉMONA.- ¡Dios mío! ¿Qué me quieres decir, esposo?
OTELO.- Hazlo, y pronto. Yo me alejaré entre tanto. No quiero que mueras sin confesión. No quiero condenar tu alma.
DESDÉMONA.- ¿Qué? ¿Quieres matarme?
OTELO.- Sí, por cierto.
DESDÉMONA.- ¡Perdón, Dios mío!
OTELO.- ¡Así sea! Dilo con todas las fuerzas de tu alma.
DESDÉMONA.- Tu que así hablas no puedes matarme.
OTELO.- ¿Qué?
DESDÉMONA.- Con todo eso, te tiemblo. Tu mirada me aterra. Y no sé por qué es mi temor, pues de ningún crimen me reconozco culpable. Y sin embargo, tiemblo.
OTELO.- Acuérdate de tus pecados.
DESDÉMONA.- Será el amor que te profeso.
OTELO.- Por ese amor te mato.
DESDÉMONA.- ¿Matarme porque te amo? ¡Oh indigna muerte! ¿Por qué te muerdes los labios? ¡Ciega pasión te descamina! Agüeros son de mal suceso; pero yo espero que no me amenazan a mí.
OTELO.- ¡Calla, calla!
DESDÉMONA.- Sí, callaré, ¿pero que pasa?
OTELO.- ¿Tú diste a Casio aquel pañuelo, regalo mío y que yo tanto apreciaba?
DESDÉMONA.- ¡No, te lo juro por mi vida! Pregúntaselo a él.
OTELO.- No jures en falso, amada mía, que ya estás en el tálamo de la muerte.
DESDÉMONA.- ¿Tan pronto?
OTELO.- En seguida. Confiesa, pues, tus culpas, una por una, que aunque las niegues con los más firmes juramentos, no has de disminuir en un ápice mi firme convicción. De todas maneras, morirás.
DESDÉMONA.- Entonces, Dios tenga compasión de mí.
OTELO.- Así sea.
DESDÉMONA.- Y tenla tú también. Jamás te falté, ni aún de pensamiento. Nunca puse mi corazón en Casio ni le di prenda alguna de amor. Quísele sólo con la amistad que Dios aprueba.
OTELO.- ¡Dios mío! ¡Y yo que he visto el pañuelo en sus manos! ¡Tú quieres volverme loco, y hacer que trueque en asesinato lo que quiero que sea sacrificio! Yo he visto el pañuelo.
DESDÉMONA.- Él lo encontró en el suelo. Yo no se le di. Que él venga y nos declare la verdad.
OTELO.- Ya la ha confesado.
DESDÉMONA.- ¿Y qué confesó?
OTELO.- Que alcanzó favores tuyos.
DESDÉMONA.- ¿Ilícitos?
OTELO.- Sí.
DESDÉMONA.- Falso. No lo repetirá delante de mí.
OTELO.- No, porque Yago le ha cerrado la boca.
DESDÉMONA.- ¡Ah! Tiemblo. ¿Casio ha muerto?
OTELO.- ¡Ojalá hubiera tenido tantas vidas como cabellos, para que mi venganza las hubiera devorado una por una!
DESDÉMONA.- ¡Calumnia, calumnia atroz, que nos ha perdido!
OTELO.- ¡Infame! ¿Y te atreves a llorarle delante de mí?
DESDÉMONA.- ¡Esposo mío, destiérrame de tu presencia, pero no me mates!
OTELO.- Apártate, vil adúltera.
DESDÉMONA.- Déjame vivir siquiera esta noche. Mátame mañana.
OTELO.- ¿Aún te defiendes?
DESDÉMONA.- Siquiera una hora de vida.
OTELO.- La hora inevitable ha llegado.
DESDÉMONA.- Dejadme rezar una oración.
OTELO.- Ya es tarde.
Y la estrangula.




Irene Jacob, para mí, la mejor Desdémona que ha dado el cine.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Gracias por descubrirme un poquito de esa obra,que desafortunadamente ,es inédita para mí.Bsosx1000