Recuerdo que leí en la antigua página de cuentacuentos, lo que le ocurrió a un muchacho llamado Kiko y recuerdo también que no pude evitarlo y acabé visitando su página. Me gusta pensar que fue su mano la que me guió para que comenzara a plantearme ser yo también una cuentacuentos, y por eso he querido rendirle este pequeño homenaje rescatando esto que escribí por aquel entonces, hace ya un año, el mismo tiempo que hace desde que Kiko nos dejó. Gracias Kiko estés donde estés, va por ti.
Ni siquiera tuvo tiempo de despedirse, cerró la puerta tras de sí de un portazo olvidando su palabra de volver y haciendo añicos sus promesas una vez más.
Mucho tiempo ha pasado desde entonces, mucho, y aunque nunca recibas esta carta, te escribo igual desde el infierno:
Me despierto y me parece oír un trino al otro lado de mi ventana. ¿Será de día? Igual no importa porque siempre estoy a oscuras aun cuando la luz del sol no se ha ido. No quiero levantar la persiana porque la claridad daña mis ojos enrojecidos.
“No recuerdo cuando dejé de llorar... otra noche que me he quedado dormida llorando”.
Extiendo la mano y palpo... nadie al otro lado. “¿Por que seguiré haciéndolo? hace un año que te fuiste y todavía sigo comprobando si estas al otro lado de mi cama cuando me despierto”.
Tengo escalofríos, me doy cuenta que estoy destapada y me arropo pero sigo teniendo frío, un frío inmenso que se cuela por el agujero que tengo en el centro de mi pecho. Me duele el estomago, me duelen los ojos, me duelen todos los huesos, me duelen cada uno de los miles de pedazos que quedan de mi corazón.
Me encojo hasta hacerme un ovillo, me pongo de lado y apoyo mi cabeza en la almohada. Recuerdo que me gustaba acurrucarme en tus brazos y apoyar mi cabeza en tu pecho tal y como lo hago ahora sobre la almohada, dejando pasar así las horas. Si cierro los ojos hasta puedo olerte. Como me gusta ese aroma...
Abro los ojos... estoy llorando. No te gustaba verme llorar porque te ponía triste también. ¿Recuerdas aquélla primera noche que pasamos juntos?. Me aposté contigo a que era capaz de beber tantas cervezas como tú, aun sabiendo que no ganaría y conociendo de antemano que te llaman “bob esponja”. Pero ya sabes que no se me puede decir “no te atreves”. A la segunda desistí, porque todo me empezó a dar vueltas y tu reías con tu deslumbrante sonrisa. Atontada me recosté en tu pecho y tu me abrazaste y me dijiste que no querías que ese momento acabara nunca. Habías cruzado un océano solo para abrazarme y ahora que me tenías en tus brazos no podías creerlo. La emoción pudo con los dos. Yo te decía “no llores por favor que no puedo verte llorar” mientras secaba tus lágrimas sin darme cuenta que las mías rodaban también por mis mejillas. Y de pronto me besaste como nunca lo habías hecho y me arrastraste a una marea de caricias y suspiros hasta que amaneció. Fue entonces cuando supe que ya no volvería a ser la misma nunca más.
Abro los ojos... estoy llorando de nuevo. Me duelen tan adentro los recuerdos... me duele respirar y hago un esfuerzo por tragar saliva y empujar hacia abajo el nudo que aprisiona mi garganta. ¿Por qué no puedo respirar si estoy viva?. Mis lágrimas están calientes y saben a la sal del mar... no puedo ver aunque puedo oír... tengo hambre... ¿Cuándo fue la ultima vez que comí?, No puedo recordarlo...
Trato de levantarme y tambaleándome llego a la puerta. Al abrirla, la claridad se apodera de mi alcoba inundando cada rincón. Medio ciega llego al cuarto de baño. No reconozco el rostro demacrado y pálido que me mira desde el otro lado del espejo. Tan solo me resulta familiar un dolor que asoma desde el fondo de sus ojos. Hundo la cara en el agua fría pero no la siento. Tal vez sea porque estoy en medio de un desierto donde el calor y el frío se suceden sin que me dé tiempo a adaptarme.
Chorreando y aturdida vuelvo a la impenetrable oscuridad de mi cuarto, pero... ¿Salí alguna vez de ella?...ya no lo sé... he soñado tantas veces que despierto de mis pesadillas que no hay manera de saber qué es realidad, vigilia o sueño.
Oigo lloviznar afuera. No puedo dejar de sentirme como una niña aterrada y temblorosa, que se ha perdido entre la multitud de una calle sombría, y palpa desesperadamente a su alrededor, para encontrar la mano de sus padres.
Tengo miedo de tantas cosas... miedo a oír las palabras que no te atreves a pronunciar, miedo de no equivocarme en mis sospechas, pero sobre todo tengo miedo de que el resentimiento se anide en mi corazón y no poder perdonarte nunca.
A veces quisiera estar en otro lugar, a veces me duele tanto el alma que olvido quien soy, a veces el aire a mi alrededor me corta como una cuchilla. A veces pienso que sería mejor odiarte, que todo sería más fácil, que debería hacerte culpable de todo y reprocharte que no te importe lo mas mínimo el desconsuelo en el que me has hundido.
A veces no paro de preguntarme... ¿Acaso todo fue un sueño?, ¿Qué ha pasado con “nunca más te dejare sola”?, ¿Qué ha pasado con “nunca te voy a dejar de querer”?. ¿Por qué has soltado mi mano?, ¿En qué momento te alejaste de mi?, ¿En qué momento se disipó de tu recuerdo el aroma de mi piel?, ¿En qué momento te perdí para siempre?, ¿En qué momento dejaste de ser sólo mío?.
Y es entonces cuando dejo que la rabia se apodere de mí. Lloro y grito desde lo más hondo de mis entrañas hasta quedarme sin voz, y maldigo todas las lágrimas que he llorado por tu culpa. Y después, agotada y afónica, me desmorono lentamente volviendo a desear que de un momento a otro aparezcas y todo el dolor se esfume, como una pesadilla con la llegada del alba.
La tormenta a mi alrededor ha dejado de tronar, o tal vez soy yo la que he dejado de escucharla. Más vieja y más cansada vuelvo a acurrucarme bajo las sábanas. A lo lejos oigo abrirse una puerta y una voz me pregunta como estoy. Percibo en sus ojos que le duele verme agonizante como un pez que da sus ultimas boqueadas fuera del agua.
Ojalá pudiera aliviar su sufrimiento, pero ni tan siquiera puedo aliviar el mío. Me consuela saber que jamás llegará a conocer la extensión del dolor que arrastro cada minuto, cada segundo, en cada respiración y en cada latido.
Haciendo un gran esfuerzo me incorporo y me coloca una bandeja con algo de comer sobre mis piernas.
–No subas la persiana –le pido mientras trato de tragar el alimento.
Ya no tengo hambre, y no me duelen los ojos, incluso sonrío con alguna tontería que me cuenta, pero sigo teniendo frío... mucho frío...
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17 comentarios:
Estremecedor Malena,y muy doloroso, siento mucho que esté basado en hechos reales... aunque la vida es esto: sufrir primero para aprender después. Desde luego has descrito los entresijos de una depresión, de un amor contrariado a la perfección. Tengo todavía la piel de gallina mientras escribo este comentario.
Sabes? :) lo que yo escribí esta semana también es uno de mis primeros textos, y también lo hice a modo de terapia hace ya un año y pico. Tal vez desde el punto de vista de cuentacuentos (quiero decir, el de contar historias) ninguno de los dos sea demasiado ortodoxo, sin embargo tu me has hecho sentir, hay mucha autencidad en él, mucha Malena :) y me ha encantado.
Precioso.
Un beso bonita, me alegro que todo vaya mejor^^
No puedo decir nada del tema ya que no "tuve tiempo de conocerle" pero te diré lo mismo que he dejado escrito en los blogs que han optado por darle un homenaje a Kiko...esté donde esté seguro que os ve, os lee y se siente realmente feliz
Precioso Malena, y encima en un día como hoy, que me siento la protagonista de tu historia.
Conmovedor y buenísimo. La mejor terapia que hay para estas cosas. Escrito con el alma y el corazón que es como se escriben las mejores historias.
Pd. Gracias por leerme, gracias por tus comentarios y mil, mil gracias por recomendarme la semana pasada. No sabes la ilusión que me hizo ;)
Muchos besos guapa
Es precioso lo que escribiste aunque siento mucho que la protagonista de tu historia fueras tú misma.
Yo también he vivido una situación parecida, una situación donde no encuentras tablas para aferrarte, donde todo parece derrumbarse y no quedan islas para naufragar.
Te dejo aquí mi abrazo.
Niña... Es una historia muy triste y no creo que merezcas sentir tanto dolor :(
Al menos este escrito te sirvió como buena terapia liberadora... Y espero, sobre todo, que a día de hoy estés mejor...
Un besito,
Mun Light Doll
El dolor del amor es el más duro de los dolores pero prefiero sufrir por amor a no haber amado nunca. Él nunca te amó y ese es el mayor vacío que puede sentir un ser humano.
Me alegra de que el tiempo haya calmado tu sufrimiento, aunque las cicatrices sigan ahí.
Precioso malena y ojalá ya no tengas que pasar más por ese desconsuelo.
Besitossss.
Hola male: Como la vida siempre se abre paso, voy a obviar el hecho de que el relato sea testimonial. Y, tomándolo desde las palabras que mencionas en el prefacio, "Mis primeros pininos", te diré una sola cosa:
Sacá lo de Bob Esponja.
Mi pequeña, amén de todo lo que hayas pasado, tenés pasta para escribir. La suficiente como para capitalizar aquello duro, y devolvernoslo, luego, en forma de literatura.
Por lo demás, ya está, ya pasó. Estás aquí, en cuentacuentos. Atrapando lectores que no pueden despedirse de tus historias por entregas.
Un beso Male, y un abrazo calentito desde mi corazón.
¡Estremecedor!. Salu2.
Uffff que historia tan tan trsite, me has dejado con un fuerte nudo en el estómago. Lucharé para no sentirme nunca como te has sentido tú porque debe ser una situación tan desoladora que no se si sería capaz de levantarme.
Me alegra que salieras ya de ese pozo. Eso sí, el relato en sí es muy bueno pues me has hecho sentirme tal y como cuentas. Llenas de dolor nuestros corazones. Qué bien escribes Malena.
Un fuerte abrazo.
Hola Malenita!! ;)
Voy a empezar por las "pegas" y es que tengo una y muy gorda: este relato, para llegar a ser del todo brutal, le falta poder ser escuchado de tu propia voz, porque sólo así podríamos llegar a comprenderlo realmente. Desde fuera, como pasa siempre, todo es menos duro de pasar... ;)
¿Te me habías asustado por lo de "las pegas"? jejeje, es que soy una bruja malvada, ¡qué le voy a hacer! :P
Salvando eso que te he dicho (a modo de bromita para suavizar lo duro de tu relato y del mío) no tengo más que halagos y piropos para tu forma de escribir.
Muchas gracias por compartir algo así con nosotros. Un besito muy gordo nena, y muchas gracias POR TODO!
P.D. Ya has visto mis recomendaciones de esta semana, pero de no haber sido así... ten por seguro que este relato estaría entre ellas!!! Más besotes wapa!
Me has conmovido profundamente, por lo que veo desde "Tus primeros pinitos" tenias madera.
Sobre el tema es tan personal que creo que esta de más hablar.
Un abrazo,
Pedro.
Yo otra vez, si tu escribes dolores como este , lo menos que puedo hacer es quitarme el sombrero. Sin entrar en detalles, he tenido perdidas que parece que se me han llevado el alma, he llorado hasta estar seco y continuado sollozando despues. Has reflejado esa devastación interior perfectamente.
Un fuerte abrazo,
Pedro.
He tardado en llegar, mas no por falta de ganas en leeros. Y aún en el limite de la semana leer tu relato impacta sobremanera fuera cual fuera el tiempo que haya pasado. Porque conserva su tremenda fuerza, lágrimas que puedo sentir cayendo a traves de la pantalla por entre tus palabras. No, no es una carta desde el infierno, sino escrita desde el corazón.
Es al contrario de lo que me comentaste una vez, soy yo quien te da las gracias a ti por todo lo que nos aportas, y un honor tener ese enlace a ti.
Un abrazo!
No vas a escribir nada esta semana? :(
POrfis. :)
Gracias por la frase. Me gusta lo que me salió. Mucho.
Un beso. Y hoy mejor no hablamos de fútbol vale? jeje.
Pues para ser algo que escribiste hace bastante me gusta mucho, mucho. Logras transmitir lo profundo que es el pozo del sufrimiento, y lo haces muy bien.
un besazo guapa y felicidades por hacerlo tan bien!
Que relato! me ha hecho sentir muchas cosas.
Y tienes razón me equivoque, es Neruda, gracias por corregirme.
Saludos!!
Solo puedo decirte algo. he sentido cada palabra.
Muchos besos.
Y gracias por descubrirme esto.
Jara
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