No estoy hecha para los finales felices.

Mi hermano ya lo dijo una vez "no estamos hechos para los finales felices", pero ahora he comprendido que tiene razón. Antes al menos le rebatía que mientras hubiera esperanza, mientras se creyera en algo, todo podía suceder; pero ya no puedo. Ya no creo en los finales felices, porque un final es un final y eso ya lo dice todo. Ya no puedo seguir siendo la princesa de aquel príncipe que nunca apareció, lo siento abuela pero ya no puedo.
Ya no puedo mirar la claridad del día sin que me haga daño, no puedo escuchar la risa de un niño o el canto de un pájaro sin que me resulte estridente. Ya no veo colores, ni percibo aromas, ya ni siquiera me salen las palabras porque llevo semanas guardando silencio. Ya no tengo nada que decir y ha llegado el punto en el que eso ya ni siquiera me importa. Estoy tan amargada por dentro que todo me sabe a hiel. De ceniza y cristales rotos me alimento y me acuesto sobre una cama de espinas.
Ya no veo esperanza para mí, las sombras me han alcanzado de nuevo, pero esta vez será para siempre porque ya no opondré ninguna resistencia. Sí, he claudicado, y me estoy dejando hundir en la negrura de la que nunca debí haber emergido. He dejado caer mi espada y mi escudo, ya no curo mis heridas, ni tapono mis hemorragias porque lo unico que quiero, es dormir una laaaaaaaaarga siesta.

Muchos dirán todas esas cosas que ODIO que digan como "ahora es el momento de ser fuerte", "cuando tienes dificultades, es cuando hay que luchar por las cosas". Pues yo os digo que ya me cansé, ya me cansé de arrastrar sin descanso las toneladas que pesa mi alma, de luchar siempre contra el mismo monstruo que nunca perece.
Nada espero de la vida porque nada le debo y nada tengo que agradecerle, y hoy por fin lo he asumido, hoy ha muerto mi última esperanza. Hoy he crecido 30 años de golpe y me siento una anciana decrépita. No es la primera vez que me pasa, ya sucedió hace muchos años cuando tuve que crecer antes de tiempo, pero hoy... hoy ya he llegado al final de mi vida con lo que más temía que sucediera: no encuentro nada en ella por lo que sentirme orgullosa. Y aquí, en este final, me pregunto ¿valió la pena vivir?, ¿valió la pena tanto sufrimiento, tanto dolor, tantas lágrimas y tanta sangre?, ¿valió la pena pagar tan alto precio por los 5 minutos que he tenido en toda mi vida de algo que se aproxima a la felicidad?

NO, yo ya he llegado a mi límite. Estoy tan CANSADA de todo... cansada de encajar una derrota tras otra, una decepción tras otra. Cansada de recomponer los pedazos de mi corazón cada vez que se rompe y cansada de ignorar a drede, que por mucho que lo remiende, ya nada será igual. Estoy cansada de tener que encajarlo todo con una sonrisa, cansada de hacerme la fuerte y encima me juzguen débil cuando nadie tiene ni puta idea del infierno en el que me quemo una y otra vez... una... y otra vez.
NO... yo ya me cansé de esperar un mañana mejor que nunca llega y lo unico que pasa es un día igual al anterior y así uno tras otro durante 27 años. NO... yo ya no quiero luchar más...