Bromas aparte, he de decir que si antes admiraba a todos los penitentes, ahora muchísimo más, puesto que he podido comprobar en mi propia piel, que caminar descalza arrastrando cadenas sobre grava helada, con socavones y tramos insufribles, durante algo más de dos horas, no es precisamente sencillo.
No tiene nada que ver vivir la procesión como espectador que vivirla desde dentro... Madrid parecía hasta más bonito.
No tengo palabras para describir la experiencia; hay que pasar por ella para saber lo que se siente. Ha sido emocionante en todo momento: la música solemne de los tambores y las trompetas, el ensordecedor ruido de las cadenas arrastrándose por el pavimento, el pulcro silencio, el respeto, el dolor y el esfuerzo, la Fe, y el enorme y emotivo privilegio de los penitentes, de ver regresar al Cristo desde dentro de la Iglesia y recibirle con aplausos.
Impresionante. Ha sido toda una experiencia que he vivido plenamente porque en ningún momento he perdido mi norte, yo sabía perfectamente por qué estaba allí y por qué estaba haciendo aquello. Ha sido duro en ciertos momentos, pero no he flaqueado y a pesar de que las dolorosas heridas de mis pies me han hecho realmente complicado el último tramo, lo he conseguido.
Esta es una de las pocas veces en mi vida, en las que puedo decir con una enorme satisfacción, que me siento orgullosa de mi misma.
Gracias a Dios que, por primera vez en muchos meses, encuentro un poquito de paz…
Cristo de Medinaceli a su regreso a la Iglesia
1 comentario:
no sabes cuanto me algro de esa paz encontrada a l vez que merecida,,, Deberias estar orgullosa de ti misma muchas mas veces,, pq tienes muchos motivos para ello aunque tu no lo veas asi, lo sé. Recupérate pronto de esas heridas...., la de los pies tambien. besos miles
Publicar un comentario