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viernes, 22 de febrero de 2013

"Todavía" Mario Benedetti


"Y aunque no siempre he entendido 
mis culpas y mis fracasos, 
en cambio sé que en tus brazos, 
el mundo tiene sentido. 
Y si beso la osadía 
y el misterio de tus labios, 
no habrá dudas ni resabios, 
te querré más, todavía"


lunes, 23 de abril de 2012

Tránsito de la noche




La noche llegó sola
sin pareja o amigos.
Miró a su alrededor
y en un instante
el mate del neón
daba forma a las calles.


Estrépito inaudible
el del silencio
cuando besó su rostro,
joven acné de estrellas.

La noche recostada
en su butaca oscura,
con el espacio justo,
por todo lo que en ella
encontraba acomodo.

Decenas de sin techo
que ha poco fueron gente
como usted y como yo,
hasta que un gran zarpazo,
dicen que fue la vida,
arrebató de ellos
todo menos sus perros.

Perros que nunca ladran
como ladran los hombres.

Las hetairas disputan
las mejores esquinas,
nunca poniendo en venta
su amor innegociable,
solo los paraísos
más breves y ficticios.

La noche ya vomita,
su munición de almas
en las aceras frías
de esta asfaltada cárcel,
sin muros ni adoquines
que arrojar al futuro.

Y pedir lo imposible
a esta fosa común
donde los vivos,
se tapan con alcohol
para seguir muriendo.

Otro día justifica
como siempre el retraso.
Imposible llegar
sin el tiempo vencido.


Las n dimensiones
a esta hora se saturan
cualquiera que sea el este.





Creative Commons License
Esta obra está bajo una

sábado, 24 de marzo de 2012

"Penas y alegrías del amor" Rafael de León


Hace una semana que falleció Francisco Valladares. En realidad no conozco mucho de su trayectoria teatral y actoral, pero como rapsoda, para mi era el mejor. Este precisamente es uno de los poemas que más me gustan (y uno de los favoritos de mi padre, fan absoluto del poeta Don Rafael De León, autor del mismo) y cuya interpretación me parece fantástica.



Penas y alegrías del amor 
Autor: Rafael de León
Rapsoda: Francisco Valladares



Mira cómo se me pone
la piel cuando te recuerdo.

Por la garganta me sube
un río de sangre fresco
de la herida que atraviesa
de parte a parte mi cuerpo.
Tengo clavos en las manos
y cuchillos en los dedos
y en mi sien una corona
hecha de alfileres negros.

Mira cómo se me pone
la piel ca vez que me acuerdo
que soy un hombre casao
y sin embargo, te quiero.

Entre tu casa y mi casa
hay un muro de silencio,
de ortigas y de chumberas,
de cal, de arena, de viento,
de madreselvas oscuras
y de vidrios en acecho.
Un muro para que nunca
lo pueda saltar el pueblo
que anda rondando la llave
que guarda nuestro secreto.
¡Y yo sé bien que me quieres!
¡Y tú sabes que te quiero!
Y lo sabemos los dos
y nadie puede saberlo.

¡Ay, pena, penita, pena
de nuestro amor en silencio!
¡Ay, qué alegría, alegría,
quererte como te quiero!

Cuando por la noche a solas
me quedo con tu recuerdo
derribaría la pared
que separa nuestro sueño,
rompería con mis manos
de tu cancela los hierros,
con tal de verme a tu vera,
tormento de mis tormentos,
y te estaría besando
hasta quitarte el aliento.
Y luego, qué se me daba
quedarme en tus brazos muerto.

¡Ay, qué alegría y qué pena
quererte como te quiero!

Nuestro amor es agonía,
luto, angustia, llanto, miedo,
muerte, pena, sangre, vida,
luna, rosa, sol y viento.
Es morirse a cada paso
y seguir viviendo luego
con una espada de punta
siempre pendiente del techo.

Salgo de mi casa al campo
sólo con tu pensamiento,
para acariciar a solas
la tela de aquel pañuelo
que se te cayó un domingo
cuando venías del pueblo
y que no te he dicho nunca,
mi vida, que yo lo tengo.
Y lo estrujo entre mis manos
lo mismo que un limón nuevo,
y miro tus iniciales
y las repito en silencio
para que ni el campo sepa
lo que yo te estoy queriendo.

Ayer, en la Plaza Nueva,
—vida, no vuelvas a hacerlo—
te vi besar a mi niño,
a mi niño el más pequeño,
y cómo lo besarías
—¡ay, Virgen de los Remedios!—
que fue la primera vez
que a mí me distes un beso.
Llegué corriendo a mi casa,
alcé mi niño del suelo
y sin que nadie me viera,
como un ladrón en acecho,
en su cara de amapola
mordió mi boca tu beso.

¡Ay, qué alegría y qué pena
quererte como te quiero!

Mira, pase lo que pase,
aunque se hunda el firmamento,
aunque tu nombre y el mío
lo pisoteen por el suelo,
y aunque la tierra se abra
y aun cuando lo sepa el pueblo
y ponga nuestra bandera
de amor a los cuatro vientos,
sígueme queriendo así,
tormento de mis tormentos.

¡Ay, qué alegría y qué pena
quererte como te quiero!

sábado, 31 de mayo de 2008

La profecía.


Don Rafael de León (Sevilla, 6 de febrero de 1908- Madrid,9 de diciembre de 1982) siempre ha sido uno de los poetas favoritos de mi padre. Conozco su obra desde bien pequeñita, pues muchas de las canciones que me cantaba mi padre, estaban escritas por este poeta. Así fue como sin darme cuenta, aprendí de memoria muchas letras de copla y canciones de otras épocas; y cuando crecí y pude comprender las letras, me gustaron todavía mucho más.

Hoy he querido rescatar este poema precisamente. Las razones son muchas: la fuerza de su letra, la bonita voz de Nati Mistral y otros muchos motivos de una, que si a ustedes no les importa, me voy a guardar en lo más profundo.
Solamente les pido una cosa, escúchenla hasta el final, ya que aunque es un poco larga, merece la pena. Si a alguno de ustedes no se le hace un nudo en la garganta en algún momento mientras la escuchan, es que no les queda corazón.
Dejen la mente en blanco y prepárense para dejarse llevar por la letra y la voz de Nati Mistral y si cuando terminen de escuchar el poema cantado, no les ha gustado, también acepto las críticas. Pero sinceramente, dudo mucho que no les provoque ninguna emoción.



"-¿Qué tiene er niño, Malena?".





La Profecía.
Rafael De León

(texto original del poema).

«Y me bendijo a mi mare;
y me bendijo a mi mare.
Diez séntimos le di a un pobre
y me bendijo a mi mare.
¡Ay! qué limosna tan chiquita,
qué recompensa tan grande.
¡Qué limosna tan chiquita,
qué recompensa tan grande!»

¿A dónde vas tan deprisa
sin desirme ni ¡con Dió!?
Me puedes mirá de frente,
que estoy enterao de tó.
Me lo contaron ayer
las lenguas de doble filo,
que te casaste hase un mé
y me quedé tan tranquilo.
Otro cualquiera en mi caso,
se hubiera echao a llorá,
yo, crusándome de brasos
dije que me daba iguá.
Y ná de pegarme un tiro
ni liarme a mardisiones
ni apedrear con suspiros
los vidrios de tus barcones.
¿Que t'has casao? ¡Buena suerte!
Vive sien años contenta
y a la hora de la muerte,
Dios no te lo tenga en cuenta.
Que si al pie de los artares
mi nombre se te borró,
por la gloria de mi mare
que no te guardo rencor.
Porque sin sé tu marío,
ni tu novio, ni tu amante,
yo soy quien más t'ha querío,
con eso tengo bastante.

* * *

—¿Qué tiene er niño, Malena?
Anda como trastornao,
tié la carilla de pena
y el colorsillo quebrao.
Y ya no juega a la tropa,
ni tira piedras al río,
ni se destrosa la ropa
subiéndose a coger níos.
¿No te parese a ti extraño,
no ves una cosa rara
que un chaval de dose años
lleve tan triste la cara?
Mira que soy perro viejo
y estás demasiao tranquila.
¿Quieres que te dé un consejo?
Vigilia, mujé, ¡vigila!

Y fueron dos sentinela
los ojitos de mi mare.
—Cuando sale de la escuela
se va pa los olivare.
—Y ¿qué busca allí? —Una niña,
tendrá el mismo tiempo que él.
José Migué, no le riñas,
que está empesando a queré.
Mi pare ensendió un pitillo,
se enteró bien de tu nombre,
te regaló unos sarsillos
y a mí un pantalón de hombre.

Yo no te dije «te adoro»
pero amarré en tu barcón
mi laso de seda y oro
de primera comunión.
Y tú, fina y orgullosa,
me ofresiste en recompensa
dos sintas color de rosa
que engalanaban tus trensas.
—Voy a misa con mis primos.
—Bueno, te veré en la ermita.
Y qué serios nos pusimos
al darte el agua bendita.
Mas luego en el campanario,
cuando rompimos a hablar:
—Dise mi tita Rosario
que la sigüeña es sagrá,
y el colorín, y la fuente,
y las flores, y el rosío,
y aquel torito valiente
que está bebiendo en el río;
y el bronse de esta campana,
y el romero de los montes,
y aquella línea lejana
que la llaman... ¡horisonte!
¡Todo es sagrao: tierra y sielo
porque así lo hiso Dió!
¿Qué te gusta más? —Tu pelo.
¡Qué bonito me salió!
—Pues, ¿y tu boca, y tus brasos,
y tus manos reonditas,
y tus pies fingiendo el paso
de las palomas suritas?

Con la puresa de un copo
de nieve te comparé;
te revestí de piropos
de la cabesa a los pié.
A la vuerta te hise un ramo
de pitiminí,presioso
y a luego nos retratamos
en las agüitas de un poso.
Y hablando de estas pamplinas
que inventan las criaturas,
llegamos hasta tu esquina
cogíos por la sintura.

Yo te pregunté: —¿En qué piensas?
Tú dijiste: —En darte un beso.
Y yo sentí una vergüensa
que me caló hasta los huesos.
De noche, muertos de luna,
nos vimos por la ventana.
—¡Chssss! Mi hermaniyo está en la cuna,
le estoy cantando la nana.

«Quítate de la esquina,
chiquillo loco,
que mi mare no quiere
ni yo tampoco».

Y mientras que tú cantabas
yo, inosente me pensé
que nos casaba la luna
como a marío y mujé.

¡Pamplinas! ¡Figurasiones
que se inventan los chavales!
Después la vida se impone:
tanto tienes, tanto vales;
por eso, yo al enterarme
que llevas un mes casá,
no dije que iba a matarme,
sino que me daba iguá.
Mas como es rico tu dueño,
te vendo esta profesía:
tú, por la noche, entre sueños
soñarás que me querías,
y recordarás la tarde
que mi boca te besó
y te llamarás «¡cobarde!»
como te lo llamo yo.
Y verás, sueña que sueña,
que me morí siendo chico
y se llevó la sigüeña
mi corasón en su pico.
Pensarás: «no es sierto ná,
yo sé que lo estoy soñando»;
pero allá en la madrugá
te despertarás llorando,
por el que no es tu marío,
ni tu novio, ni tu amante,
sino el que más te ha querío.
Con eso tengo bastante.
Por lo demás, tó se orvía.
Verás cómo Dios te manda
un hijo como una estrella;
avísame de seguía,
me servirá de alegría
cantarle la nana aquella:

«Quítate de la esquina,
chiquillo loco,
que mi mare no quiere
ni yo tampoco».

Pensarás: «no es sierto ná,
yo sé que lo estoy soñando».
Pero allá en la madrugá
te despertarás llorando.

Por el que no es tu marío,
ni tu novio, ni tu amante,
sino el que más t'ha querío...
¡Con eso tengo bastante!

Si por cualquier cosa, ustedes no pudieran escuchar el archivo de audio, pueden pinchar en el siguiente enlace y esperar a que comience la música.

martes, 2 de octubre de 2007

Condena.


CONDENA

A trabajos forzados me condena
mi corazón, del que te di la llave.
No quiero yo tormento que se acabe,
y de acero reclamo mi cadena.

Ni concibe mi mente mayor pena
que libertad sin beso que la trabe,
ni castigo concibe menos grave
que una celda de amor contigo llena.

No creo en más infierno que tu ausencia.
Paraíso sin ti, yo lo rechazo.
Que ningún juez declare mi inocencia,

porque, en este proceso a largo plazo
buscaré solamente la sentencia
a cadena perpetua de tu abrazo.



Antonio Gala.

viernes, 21 de septiembre de 2007

William Shakespeare, soneto 116.

"No es amor un amor
que siempre cambia por momentos,
o a distanciarse en la distancia tiende.

Oh! no, es un faro imperturbable
que contempla las tempestades
y nunca se estremece..."



Kate Winslet en Sentido y Sensibilidad.




Me encanta esta parte de la película (si no la habéis visto, os aconsejo que lo hagáis) y me encanta este soneto que pertenece a shakespeare y cuya escritura original es esta:

Let me not to the marriage of true minds
Admit impediments: love is not love
Which alters when it alteration finds,
Or bends with the remover to remove.
Oh no! it is an ever-fixèd mark
That looks on tempests and is never shaken;
It is the star to every wandering bark,
Whose worth's unknown although his height be taken.
Love's not Time's fool, though rosy lips and cheeks
Within his bending sickle's compass come;
Love alters not with his brief hours and weeks,
But bears it out even to the edge of doom.

If this be error and upon me proved,
I never writ, nor no man ever loved.



Hay muchas traducciones circulando por la red, pero una de las que más me ha gustado es la siguiene que he tomado prestada de esta página:

Déjame que el enlace de dos almas fieles
No admita impedimentos.
No es amor el amor
Que cambia cuando un cambio encuentra,
O que se adapta con el distanciamiento a distanciarse.
¡Oh, no!, es un faro eternamente fijo

que desafía a las tempestades sin nunca estremecerse;
es la estrella para todo barco sin rumbo,
cuya valía se desconoce, aun tomando su altura.
No es amor bufón del Tiempo, aunque los rosados labios

Y mejillas corva guadaña sigan:
El amor no varía con sus breves horas y semanas,
Sino que se afianza incluso hasta en el borde del abismo.

Si esto es erróneo y se me puede probar,
Yo nunca nada escribí, ni nadie nunca amó.


Precioso...

domingo, 8 de julio de 2007

La rama rota.


Vengo de tu jardín de altos aromas, con esta flor que embriaga como un vino. Quizá por eso fue que en el camino me siguió una bandada de palomas.

Y ahora, en mi huerto, en esta entristecida paz del que nada odia y nada ama, me tropiezan los pies con una rama seca y rota, lo mismo que mi vida.

Y, como quien regresa del olvido y se hermana al dolor de otra derrota, pongo la flor sobre la rama rota para hacerla creer que ha florecido.



José Ángel Buesa.