viernes, 31 de diciembre de 2010

2010: balance del año

Es la primera vez que hago esto. Normalmente no suelo hacer balance del año cuando termina, pero creo que es algo positivo y este año he querido hacerlo.

El 2010 ha sido un año difícil, pero pienso que de todas las crisis se aprenden lecciones. Yo he aprendido varias e incluso he recordado otras que había olvidado.

Este, ha sido el año en el que he cumplido 30. Cambiar el primer dígito me ha costado mucho y todavía estoy en proceso de asimilarlo. No ha sido fácil, pero creo que finalmente sobreviviré a la crisis de los 30.


En lo que respecta al ámbito laboral, ninguna novedad. Sigo sin trabajo y sin muchas esperanzas de encontrarlo por más que lo busque, tal y cómo les pasa a 4 millones de españoles más.

Económicamente no voy a quejarme porque sé que, por desgracia, hay gente que está en una situación peor que la mía, asi que no me parece justo quejarme.


En cuanto a los estudios, este ha sido el quinto año que he echado la solicitud de traslado de expediente en la universidad. Otro año más que me han denegado la plaza para terminar mis estudios de magisterio... es desesperante, de verdad.

No obstante, pude hacer un curso de monitora de ludoteca. Lo terminé en mayo y ya tengo mi título. Esta es la única satisfacción que he tenido en cuanto a estudios de mi especialidad este año. Ya que está visto que no puedo terminar mi carrera, al menos tengo el título de ludotecaria, que no es exactamente lo que yo soñaba, pero me acerca bastante a donde quiero estar, y después de años de estancamiento, ha sido un paso adelante muy positivo.

Este año también he terminado mi segundo año de fotografía en junio. Me inscribí en septiembre para el tercer y último año, pero las circunstancias han hecho que me diera de baja finalmente. Problemas de salud y personales, han sido los principales motivos que me han hecho abandonar el curso este diciembre. Me apena que haya tenido que tomar esta decisión, porque he intentado sobreponerme a las circunstancias y darle una oportunidad, pero había llegado a un punto en el que el mero hecho de pensar que tenía que ir a clase, me producía ansiedad y eso es algo que no puedo permitirme. Así que me dije "¿qué necesidad tengo de estar pasándolo así de mal?" y es que cuando algo que te apasiona se convierte en algo que te agobia, llega el momento de plantearse si merece la pena seguir así. No descarto que más adelante pueda retomar el curso, pero eso sí, lo que no puedo dejar de hacer aunque quisiera, es fotografiar :).

Además, comencé en febrero un curso de maquillaje el cual terminé en junio. Como quedé tan encantada, decidí continuar con la segunda parte. Me llevé una gran alegría cuando me admitieron en el nivel avanzado. Al echar la solicitud, era consciente de que había mucha gente y pocas plazas y las posibilidades eran bastante escasas. Un golpe de suerte me permitió acceder a mi plaza y ahora me encuentro cursando el nivel avanzado de lo más contenta. Cierto es que he tenido momentos de crisis en los que me he planteado dejarlo también, pero finalmente han podido más las ganas de continuar con algo que no puedo negar que me encanta y cada día me gusta más.


En el ámbito personal es donde se han producido más cambios importantes.
Nuevas personas han llegado a mi vida y otras que ya estaban en ella, se han marchado.
He tenido dos grandes decepciones con dos personas diferentes, que me han dolido muchísimo. Tal vez sea porque eran las últimas personas de las que podía esperarme algo así, pero desgraciadamente el ser humano nunca deja de sorprenderme. Pasé momentos muy malos y tardé en recuperarme de los dos palos, pero ahora sólo encuentro cosas positivas que sacar de estas dos pésimas experiencias.
Por suerte para mí, mis verdaderos amigos siguen estando ahí :).

Por otro lado, está el aspecto sentimental. En este año, por fin he sido honesta conmigo misma y he admitido que dentro de mí había un sentimiento que llevaba mucho tiempo negando. Un sentimiento que ya no podía seguir disfrazando de amistad y al que finalmente le he puesto el nombre que le corresponde: amor.
Al dejar de asfixiarlo y liberarlo, me ha proporcionado un calorcito reconfortante que se ha extendido por todo mi pecho.
Recuerdo el día en el que admití que me había enamorado. Fue una gran liberación poder decírselo a él, y confesarle que yo también sentía lo mismo. Fue un momento muy bonito. Como bonito también fue el día en que acepté ser su chica, después de dos años pidiéndomelo. Recuerdo que estaba nerviosa y temblaba como un animalito asustado, pero cuando le dije "sí" y el comenzó a llorar de emoción, todos los miedos se disiparon. Fue un momento realmente mágico. Y después, vinieron muchos más.
Hoy, cumpliendo 6 meses de relación, el balance sigue siendo positivo. Ha habido momentos buenos y momentos malos, momentos felices y momentos muy duros, pero si hay una cosa de la que estoy segura, es de que mis sentimientos son lo bastante fuertes como para superar todas las pruebas sin resentirse.
"Esto es amor: quién lo probó, lo sabe".


Mi salud ha sido lo que más quebraderos de cabeza me ha traído.
Una anemia ferropénica, que ya dura un año y pico y que no termina de curar del todo, me sigue manteniendo débil.
A principios de año me llevé un susto bastante gordo del que no me quiero ni acordar, y en el que descubrí que mi tensión arterial era excesivamente alta. Tuve que comenzar un plan de vida sana, si no quería tener complicaciones muy graves. Así que comencé a comer sin nada de sal, cosa que al principio llevaba mejor, pero ahora, 10 meses después, me está costando un triunfo, porque todo me sabe igual y estoy un poquito harta. Todavía sigo batallando con la tensión, pues aunque he conseguido reducirla a límites normales, aún no está en los límites saludables. Me temo que para eso voy a tener que perder más peso y volver a hacer ejercicio.

También he pasado momentos malísimos con mis crisis. Y los momentos de ansiedad que he tenido no han ayudado mucho, la verdad.

A finales de año, pude saber cuál era la causa de mis problemas hormonales. Me diagnosticaron SOP, y pasado el shock inicial, todavía estoy asumiéndolo.

Creo que desde que estoy poniendo en práctica algunos consejos y desde que comencé a leer el libro de "Mujeres que piensan demasiado" y reflexionando sobre algunas cosas, siento que algo en mi está cambiando, y me gusta. Sobre todo porque me siento menos angustiada y algo más tranquila, y eso le hace bien a mi estado de salud general.


En cuanto a mi aspecto físico, me tiene bastante "descontenta".
En este año he envejecido más que en los últimos cinco años. Me han caído encima un montón de años de golpe. Los disgustos y los muchos y variados problemas de salud, han tenido la culpa de este proceso acelerado de envejecimiento. Si sumamos la anemia, los problemas de estrés, ansiedad, tensión alta y problemas hormonales, es imposible que este cóctel no repercuta en el aspecto general de mi cuerpo.
Mi piel se ha vuelto ultra sensible y me salen rojeces con una facilidad pasmosa.
Mi pelo se cae a mechones, está débil y apagado. Mis uñas también están débiles, algo agrietadas y se me rompen a capas a la mínima.
Mis párpados se están empezando a caer, más el derecho que el izquierdo, pero se ve claramente. La genética tiene mucha culpa de esto...
En mi rostro, se han comenzado a  marcar varias líneas de expresión.
Mis dientes no han estado perfectos nunca, pero a pesar que estuve años en tratamiento con ortodoncias y demás (experiencia aterradora y traumática en la que no quiero pensar mucho), tan sólo conseguí dejarlos decentes.
Me preocupa especialmente una pequeña desviación de mandíbula que tengo y el desgaste que eso le está produciendo a algunos de mis dientes, los cuales están menguando de tamaño por el roce. Esto es lo que más me preocupa de todo, porque me da pavor pensar en que tengo que pisar la consulta de un dentista si no quiero que esto vaya a peor y entonces ya no tenga arreglo.

A todo esto se le añaden "achaques" y dolores articulares varios que me hacen sentirme mucho más vieja de lo que en realidad soy, y que me hacen pensar irremediablemente en los estragos del paso del tiempo.
Estas son las consecuencias de no haberme cuidado, ahora me lamento. Ahora me doy cuenta de lo poco que he disfrutado mi vida y mi juventud. No es que fuera un bellezón, pero no le he sacado partido a la belleza de la juventud y ahora me arrepiento de eso.
A los 20 no te gustas nada, quisieras cambiar todo de tí, pero a los 30, es cuando comienzas a apreciarte. La madurez cambia tus prioridades por completo. Yo ya he dejado de luchar contra mi misma para comenzar a aceptarme tal y como soy. Es inútil que siga malgastando unas fuerzas que necesito para otras cosas, en lamentarme constantemente por las cosas que no me gustan de mí. En lugar de eso, cada día aprecio más las pequeñas cosas que me hacen distina del resto. Ser uno mismo, siempre es la mejor opción.


En general, he intentado sacar las cosas positivas. No es que haya sido un año perfecto, ha tenido sus momentos realmente malos, pero de ésos, lo único que hay que sacar, es la lección aprendida. El resto, se arroja por la borda para que no nos impida seguir adelante. El exceso de lastre innecesario, dificulta el avance, eso lo sé a la perfección. Además que si guardamos todas las cosas malas, no nos queda espacio para las buenas, y ésas son las que realmente merecen la pena guardar.

En fin, creo que esto es todo. Este es el balance de este año para mí. A modo de resumen voy a anotar un par de cosas para mi memorándum personal:


-Una cosa que he aprendido este año: nunca es tarde para nacer de nuevo.

-Una cosa que he recordado este año: las personas decepcionan.

-Una cosa que olvidaré de este año: todas las lágrimas que he llorado inútilmente por cosas que no merecían la pena.

-Una cosa que no olvidaré de este año: los momentos felices.

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