Tarde de mercado. El color, la luz y la música de trovadores y juglares se mezcla con el murmullo del gentío. Especias de oriente, perfumes, olores, sabores, escribas, alquimistas, taberneras y panaderos. Todo tiene cabida en el mercado, hasta los niños pueden montar en borrico por un par de maravedíes (3€).
La magia todo lo puede y el propio Don Quijote, subido en su inseparable Rocinante, saluda a las gentes que se agolpan para verlo pasear por las calles de Alcalá. Detrás siempre, su fiel escudero Sancho Panza, que no para de beber de su bota de vino, y su noble Rucio.
Callejear, trovadores y actores, un crêpe de dulce de leche, unos cuantos sobres sorpresa, un par de delicias garrapiñadas y un estupendo recuerdo para guardar.
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