Móvil nuevo

3 años llevo con mi móvil nokia 7390. Lo nuestro fue un amor a primera vista, y me costó mucho conseguirlo, por eso cuando lo tuve, lo cuidé con el más exquisito mimo. Un año y medio duró el plástico protector de su pantalla hasta que se cayó solo, ya que yo no quise quitárselo. En verdad lo he cuidado muchísimo, está prácticamente nuevo, si no fuera por la batería, nadie notaría que ya tiene 3 años.
Y es por eso precisamente por lo que he tenido que plantearme comprar uno nuevo, por la batería. Cuando se gastó la original, le compré una sustituta pero ésta ya está dando sus últimas boqueadas. Apenas descuelgo y se apaga sola. Así que no he tenido más remedio que buscar una solución.
Bien es cierto que podía haber comprado otra batería de repuesto, pero eso no me solucionaba nada, otros 5 meses y estaría igual, y eso es un gasto estúpido de dinero que no me puedo permitir.
Con las ofertas tan tentadoras que hay en el mercado, conseguir un teléfono nuevo por menos de 70€, es posible, y por mucha competencia que le pueda hacer a una batería nueva para mi teléfono, un aparato nuevo, siempre es preferible.
Así que bueno, he buscado mucho y he mirado mucho, y como yo soy tan, pero tan extraña, me he decidido por un nokia 2690. ¿Por qué extraña? os preguntaréis... os lo voy a decir. No creáis que me he conformado con el teléfono soso ese blanco, no no, el mío tenía que ser rosa o nada, no me interesaba. Y es que el teléfono puede ser último modelo, completamente táctil, tener mil y una aplicaciones que yo jamás usaré ni siquiera me molestaré en saber para qué sirven, pero si no me gusta la forma, el tamaño o el color... no tiene nada que hacer. Por eso me conformo con un teléfono sencillo, que me permita llamar, recibir llamadas y enviar mensajes, pero eso sí, rosa. Si tenía que sustituir a mi 7390, tenía que hacerlo bien, o nada.
En fin, que todo este rollo para decir que ya tengo teléfono nuevo. Pero que nadie se crea que voy a dejar por ahí tirado a mi 7390, de eso nada. Está bien guardadito, arropadito como un ancianito mientras descansa en su confortable vida de jubilado.