lunes, 12 de abril de 2010

Incertidumbre

Recibo tres mensajes tuyos en mi teléfono móvil. En realidad es uno sólo partido en tres (nunca sabré porqué me llegan así). En ellos me dices que te hago mucha falta, me preguntas cuándo me verás de nuevo, cuándo te escribiré para decirte si todavía te quiero. Me dices que trate de recuperarme, que me quieres y que soy todo para tí...

Suspiro hondamente y un regusto amargo acude a mi boca. No sé por qué pero ultimamente tus "señales de vida" provocan en mi un efecto inquietante, como si cada una de tus palabras se estrellaran contra un muro para no llegarme. Sin fuerza, sin melodía, sin sal, como todas mis comidas del último mes. Sólo son palabras... sólo eso.
Pienso entonces en el detalle que has tenido al mandarme un mensaje. Sé que tu economía no te permite ciertos lujos, y valoro mucho tu gesto de haber invertido dinero en ese mensaje.
Lo cierto es que, al contrario que otras veces, tu mensaje no acaba de dejarme claro que estás pensando en mi, que me escribes porque no me has olvidado y sigo presente en tus pensamientos.

Es curioso ver un mensaje que te mandan, supuestamente, para interesarse por ti y en ningún momento te pregunten cómo estás, cómo sigue tu salud, si has vuelto a dormir alguna noche más en el hospital. Me hace gracia ver como me reclamas mi ausencia y me pregunto en qué momento se te olvidó que sigo enferma. Tal vez no eres consciente de lo peligroso que puede ser precisamente para mi, tener una tensión arterial extremadamente alta y del riesgo real que corro. Tal vez ni siquiera eres consciente de lo mucho que estoy luchando para no morir en el intento....

De nuevo, suspiro hondamente. Una intensa y molesta punzada se anida en mi pecho y ya no me abandona el resto del día.

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