viernes, 27 de agosto de 2010

Me estoy ahogando

Llevo varios días sintiéndome extraña. Y eso que ayer tuve un buen día, porque me fui a la sierra a pasar el día entre montañas y embalses, y a comer tortilla de picnic, como hacía muchos años que no lo hacía, pero eso sí, tortilla sin sal.
El caso es que el aire puro me sentó inesperadamente bien, e incluso estaba algo mejor porque mis pensamientos se distrajeron un poco de la rutina martilleante de las últimas semanas. Sin embargo, todo se jodió cuando llegué a casa. No sé por qué, pero a pesar de que me sentía cansada y de que tenía sueño, no me pude dormir hasta bien entrada la madrugada. Dando vueltas para allá y para acá, de la cama a la televisión, de ahí al ordenador, otra vez vuelta a la cama, de ahí a leer un libro, otra vez al ordenador...

Llevo varios días sintiéndome extraña. Sintiendo que una mancha negra de petróleo se extiende por mis pulmones robándoles el resuello. Me pesa el pecho, me pesa como estuviera relleno de plomo. Duele respirar profundo, pero duele todavía más si no respiro. Estoy bloqueada, lo sé. Todo por hacerte caso, por haceros caso. Todo por no sentirme una débil estúpida, una niña pequeña de 30 años. Todo por daros ese gusto, por haceros felices.


No llores


Me decís siempre que me veis con los ojos húmedos.


Sonríe


Me pedís porque no os gusta verme triste.


Y yo soy tan idiota que, sólo por aliviaros una tristeza, me trago la mía propia. Cuando de sobra sabéis que mi única manera de fluir es llorar, de crecer, de avanzar, mi única forma de resetear es llorar. Y si no lo hago, aunque tenga ganas, empieza a formarse un nudo denso en mi interior, que va creciendo según me voy tragando las ganas de llorar. Hasta que el nudo me roba el aire, como me pasa hoy, y aunque quiera soltarlo no puedo. Ahora que quiero liberar todo ese peso que tengo dentro, ahora que quiero desahogarme y llorar para poder volver a respirar, no puedo. Se me ha atascado dentro y no puedo sacarlo.

Maldita sea, ¿por qué coño os haré caso?

Me estoy ahogando. Y todo por no ser YO, por ser la Yo que queréis que sea. Por castrarme, por sonreír cuando tengo ganas de llorar. Ni siquiera os importa que sea una sonrisa falsa, sosa, un espejismo de sonrisa, con tal de que os sintáis bien sin verme llorar.

¿¿Cómo podéis ser tan egoistas??

Me estoy ahogando...

2 comentarios:

Óscar Sejas dijo...

Te entiendo, quizás porque yo me he sentido igual cientos de millones de veces y porque llevo una semana asi.

Queriendo llorar pero sin poder. Supongo que a fin de cuentas me he acostumbrado al papel de ser un trapito de lágrimas para los demás pero nunca para mi mismo.

Sin embargo algo ha cambiado: estoy mandando a la mierda a mucha gente y muchas cosas que no me gustan y por primera vez en tiempo y aunque tenga ganas de llorar, también tengo ciertas ganas de sonreír, y eso, tampoco me había pasado nunca.

Un abrazo y ánimo. Si necesitas llorar no dejes que nadie lo evite.

Malena dijo...

Gracias Oski.

Por cierto... se te echa de menos desde que te has emancipado :)