I. Recién llegada del hospital y sólo puedo decir que estoy malísima. Me atendió otro cirujano, no sé por qué motivo, pero esperar ver a la dra. Cho Lee y toparme con la sorpresa, ya me ha descolocado de buenas a primeras. La verdad es que me había ido bastante bien con ella y siempre he sido de preferir lo malo conocido. En fin, tras alguna broma para relajar el ambiente, me tumbo y me pone la anestesia. Esta vez sólo dos tubitos, la otra vez fueron cuatro y en esta ocasión es una muela más la que va sacar... vamos a empezar mal, sí... me dije para mi. Ni siquiera espera el tiempo suficiente para que la anestesia hiciera todo el efecto y comienza a hurgar. Me quejo, obviamente, porque aún siento dolor y tuerce un poco el morro en señal de disgusto. Esperamos un par de minutos más y vuelve a la carga. Lo que costó sacar la muela inferior, no lo puedo ni describir. Tras un rato que a mi me pareció eterno de tirar como un salvaje y retorcer la muela dentro de la encía, opta por coger el torno y partirla a la mitad, sacándola así a trozos. Seguidamente, el tío alza el trozo ensangrentado de muela a la suficiente altura para que yo pudiera verlo y dice "pues vaya, sí que tenía las raíces retorcidas... en la radiografía no se veía bien"... juro por todo lo que existe en el Universo que en ese mismo momento me dieron ganas de salir corriendo y no mirar atrás. Junto todo el valor que me queda y permanezco sentada mientras me aspiran la sangre y me dan los puntos de sutura. Decido apartar la vista porque me estoy empezando a poner de los nervios al ver cómo tira del hilo una y otra vez, y no quiero que me den los temblores incontrolables.
Terminada la parte inferior, vamos con la superior. Ahora toca una muela y otra supernumeraria (una pequeña anomalía consistente en que a una muela del juicio, le sale una adyacente más pequeña, como si fuera una multiplicación sin terminar, un diente parásito, una mutación... creo que se entiende, prosigo). La muela mutante está en la zona de más difícil acceso de todas, tengo que retorcerme en la silla y girar la cabeza hacia el lado contrario para que sea visible y pueda extraerla. Opta por sacar primero a la hermana mayor. Lo mismo, más retorcimientos y más tirones salvajes. La muela cruje ensordecedoramente. No sale. El cirujano resopla y pide el bisturí. Contengo las ganas de romper a llorar y me pongo a tararear para mi misma la primera canción que se me viene a la mente ("90 minutos" de India Martínez... no preguntes). Maniobra, raja y vuelve a los tirones, esta vez consigue sacarla retorciendo un poco. La enfermera asistente me aspira y aunque lo hace en voz baja, la oigo decirle al cirujano "está sangrando mucho", este asiente y se dirige a mi para decirme que sólo queda una y alguna cosa más para aliviarme, pero ni siquiera le escucho. India Martínez no me salva esta vez, me pongo a rezar todo lo que sé y ruego para mi "Dios mio, por favor, que termine ya". La muela mutante se hace la difícil porque es tímida y se ha escondido en lo más hondo y oscuro de la encía. El cirujano me estira el labio todo lo que puede hacia la oreja. Duele. Comienza a tirar de la muela mutante y a retorcerla. Ella cruje. Yo aprieto los puños. Aprieto los ojos. Suplico por que la agonía no se haga más larga. Se está llenando todo de sangre. Ruido del aspirador. Tirones. No puedo más. "Sueltáte ya por favor". Crujidos. Giro de muñeca, ale hop, y sale. La muela mutante abandona mi cuerpo para siempre. Adiós... no te lloraré. "Un par de puntos y listo" me dice la enfermera asistente mientras mueve frenéticamente el aspirador dentro de mi boca. Da igual, ya sólo puedo sentir el sabor metálico de la sangre. El cirujano vuelve a la carga con la aguja y el hilo. Sutura, tira del hilo, sutura, tira del hilo... pierdo la cuenta de los puntos que me da. Todo a mi alrededor parece ir a cámara rápida mientras que yo lo hago a cámara lenta. Les oigo hablar, pero no les escucho. Lo único que resuena por toda la habitación es el agitado latido de mi corazón. La enfermera asistente me pone un gel sobre los puntos y me coloca una gasa enrollada "muerde fuerte", me ordena. Obedezco. El cirujano se quita los guantes, se sienta en el ordenador y empieza a teclear. La enfermera me limpia la baba o la sangre que noto húmeda en la mejilla. "Ya está, si puedes levantarte, hemos terminado" me dice. Despacio me incorporo, me siento rara, pero me levanto con cuidado. Me acerco a la mesa donde el cirujano está imprimiendo las recetas del arsenal de medicación que me manda para tomar en casa. Me tiende unas hojas con las indicaciones a seguir, me habla sobre los cuidados, asiento mecánicamente, quiero salir de allí, recibo el resto de papeles y me dice "eso es todo". Veo el cielo abierto, doy una cabezada leve y giro el pomo de la puerta con tanta velocidad que hasta yo me sorprendo. Abandono la consulta-quirófano y por primera vez desde hace horas, respiro. Ya en la calle y de camino al coche, me mareo y tengo que sentarme en un banco porque se me aflojan las piernas. Siento nauseas y lucho para no acabar vomitando. Me encuentro fatal. Me meto en el coche como puedo y dejo que me lleven a casa.
II. Han pasado 5 horas desde la operación y el sangrado reduce todavía muy lentamente. Me preocupa que continúe mucho más rato, soy anémica y no me siento nada bien. Estoy bastante débil y tremendamente dolorida. La anestesia se pasó volando y el efecto de los medicamentos se empieza a diluir. Me tiran los puntos una barbaridad, no sé cómo han podido darme siete y no quiero saberlo. El postoperatorio que me espera, hace que me tiemble todo de puro miedo. Yo no sé si ha sido el cambio de cirujano, o que antes fueron dos y ahora tres muelas, pero si tardé dos semanas (y aún no se me caen los puntos) en recuperarme de cinco puntos, no quiero ni echar la cuenta del tiempo que necesito para siete. Tengo ganas de llorar y es lo último que quiero hacer porque cualquier gesto facial me provoca un tirón de puntos y un dolor que me hace querer tirarme por la ventana. Solo puedo seguir tragando saliva con sabor metálico y poniéndome hielo en cantidades industriales. Lo único que necesito pensar ahora es que ya está, se acabó para siempre esta pesadilla. Ya no hay muelas, ni habrá dolores insoportables, ni infecciones recurrentes.
3 comentarios:
cuidate mucho amiga ! descansa . beso magui
Querida Male, cuanta agonía te hicieron pasar, pero debe ir ya de más a menos. Al menos ya estás en casita y esas muelas y sus dolores se irán para siempre. Ánimo, besos y pronta recuperación .
Gracias a las dos por el apoyo indondicional!
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