La primera parada digna de mención, fue el castillo de Torrelobatón, que alberga el Centro de interpretación del movimiento comunero, además de una exposición permanente sobre la película de Anthony Mann "El Cid", que fue rodada en esta localidad zamorana. Me resultó gracioso ver el cartel de la película editado para varios países, el más curioso para mi fue el de Japón.
Foto cortesía de mi hermano
Obviando la visita cultural, la paliza a subir escalones diseñados para el siglo XVI, el intervalo creativo de disparar fotografías compulsivamente entre mi hermano y yo, y el solazo de justicia; la visita no estuvo mal.
La siguiente parada fue Toro, donde no pudimos ver gran cosa porque el acceso a la colegiata estaba cortado, vaya uno a saber por qué. Nos dio tiempo de repostar en una tienda, comprar algunos productos típicos y buscar un sitio improvisado donde extender la manta de picnic y comer. Experiencia totalmente para el olvido, así que me abstendré de describirla cerrando el tema con una frase lapidaria: comimos en el parking de una gasolinera, a 40º bajo el sol y sin una sombra en 3km a la redonda.
Después llegamos a Zamora, la bien cercada. Callejeamos un rato en busca de un lugar donde aparcar los coches y nos dispusimos a conocer la ciudad. Me encantaron los rinconcitos con los que me fui topando:
De la catedral, me encantó su pórtico posterior
Al entrar vi un cartel que me llamó la atención
"Autorización para realizar fotografías = 1€", sopesé los pros y los contras y finalmente sucumbí
Una vez dentro, la cámara de fotos fue turnándose entre mi hermano y yo, y pude sacar algunas fotografías con las que estoy bastante contenta (aunque se pueden mejorar mucho)
Tras la visita, abandonamos la catedral y dimos una vuelta.
Tras tomar un refrigerio en una terraza, el dueño muy amablemente, nos recomendó unos productos típicos de la zona y un queso especial que nunca me arrepentiré de haber comprado. El queso zamorano tiene Denominación de Origen y sin duda la merece.
Después volvimos al castillo para visitarlo por dentro, pero mi cámara se quedó sin batería, normal después del trote que le dimos a cuatro manos, pero me dio tiempo a hacer una última fotografía
Cansados pero contentos, despedimos a Zamora hasta la próxima, pues es muy probable que volvamos una segunda vez para terminar de conocerla.
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