lunes, 23 de abril de 2012

Tránsito de la noche




La noche llegó sola
sin pareja o amigos.
Miró a su alrededor
y en un instante
el mate del neón
daba forma a las calles.


Estrépito inaudible
el del silencio
cuando besó su rostro,
joven acné de estrellas.

La noche recostada
en su butaca oscura,
con el espacio justo,
por todo lo que en ella
encontraba acomodo.

Decenas de sin techo
que ha poco fueron gente
como usted y como yo,
hasta que un gran zarpazo,
dicen que fue la vida,
arrebató de ellos
todo menos sus perros.

Perros que nunca ladran
como ladran los hombres.

Las hetairas disputan
las mejores esquinas,
nunca poniendo en venta
su amor innegociable,
solo los paraísos
más breves y ficticios.

La noche ya vomita,
su munición de almas
en las aceras frías
de esta asfaltada cárcel,
sin muros ni adoquines
que arrojar al futuro.

Y pedir lo imposible
a esta fosa común
donde los vivos,
se tapan con alcohol
para seguir muriendo.

Otro día justifica
como siempre el retraso.
Imposible llegar
sin el tiempo vencido.


Las n dimensiones
a esta hora se saturan
cualquiera que sea el este.





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