Primer intento de cupcakes para celebrar el día del Padre

Estoy agotada. Llevo un par de horas cocinando y apenas siento mi tronco inferior. Menos mal que el resultado ha merecido la pena. Muchos, muchos años soñando con llegar algún día a hacer lo que he hecho hoy. Para ello he tenido que ir recopilando utensilios, ingredientes y conocimientos. Cientos de recetas y fotos y más fotos de este pequeño pedacito de felicidad. La verdad no es que esté del todo convencida con el resultado, pero creo que para ser la primera vez, no está tan mal. He logrado experimentar con las texturas y las combinaciones de colores y eso me ha dado bastante experiencia en la técnica. La próxima vez seguro que salen como yo realmente quiero.
Ahora bien, he hecho todo lo humanamente posible para retener a mi familia que no hacían más que meterme presión para que terminara y poder dar comienzo al festín. Sin embargo, he logrado salvar la mayoría de cupcakes de mordiscos y pasadas de dedo, aunque algunos han caído en batalla antes de tiempo.
Sirve decir que como dulce del día del padre, ha sido lo mejor que podía haber hecho. He mantenido a la familia unida en mi contra, quienes armados con antorchas y garrotes jaleaban al otro lado de la puerta de la cocina para que me apresurara. En ciertos momentos he temido por mi integridad física, sobre todo cuando he sacado la masa del horno y el delicioso olor se ha extendido por toda la casa... aún así no he salido ilesa de la cocina: dos pequeños cortes y las yemas de los dedos de la mano derecha teñidos en multicolores que no se van ni a la de tres.
Además he contado con la inestimable colaboración de mi madre en todo el experimento y hacer algo juntas, sobre todo si es cocinar, siempre es algo invalorable. Precisamente he querido que ella fuera la primera en elegir el cupcake que se quería comer. Mi padre ha sido el segundo. Y a partir de aquí, ya pierdo la cuenta.

He hecho dos tipos de base: una tradicional de vainilla y otra de cacao. También he hecho dos tipos de frosting: uno tradicional de vainilla que compré ya preparado en una tienda de productos americanos, y otro casero de queso y chocolate. En algunos he dejado el frosting de vainilla intacto y en otros lo he coloreado  con varios colores. Con el topping he experimentado varias combinaciones: algunas ya compradas y otras caseras como el azúcar teñido con colorante amarillo.
Según mi familia están buenifgsimogfs tal y como me han transmitido con la boca llena y los ojos brillantes. A ellos les gusta mucho más el dulce, cosa que me salva, porque yo estoy ya bastante empachada, y eso que sólo he probado uno. No les auguro más de 48 horas de vida a los cupcakes, pobrecitos...